Los recortes de presupuesto están llegando a cotas de perplejidad. Vimos hundirse la industria del coche en Estados Unidos y en dos años la ola nos alcanzó. Ahora vemos cómo el Estado de Texas dice que no puede reasfaltar carreteras y que va a empezar a dejarlas sólo con grava comprimida, igual que las que teníamos en España durante la dictadura. No es descabellado hipotetizar que es cuestión de otro par de años para que nos llegue también esta segura e infalible manera de pavimentar nuestras calzadas.
Texas produce petróleo hasta el atragantamiento, es un Estado pingüe en beneficios automovilísticos, pero llevar el combustible de un lado para otro es a costa de mega-camiones que destrozan el asfalto. Los muy ingenuos jamás se han preocupado de implantar una red ferroviaria industrial sólida.
El Departamento de Transportes de Texas admite que no puede desviar fondos de ninguna partida presupuestaria para reparar los constantes parches que se producen en sus trazados y, según ellos, la opción más segura para los conductores es apisonar grava, como se hacía antaño.
De seguro no tiene nada, especialmente cuando llueve, y la mecánica y consumo de coches y camiones van a sufrir un buen escarnio. La prueba del peligro de la grava es que los nuevos tramos van a reducir sus límites de velocidad: de 112 km/h a 50 km/h. Ahí tienes un buen indicador de lo seguros que son los caminos de cabras.
Si la ola llega aquí…
Al Gobierno de Texas ya le están lloviendo gorrazos y severas críticas. Aunque dicen que comenzarán sólo con 130 km de vía en zonas rurales, el plan es extenderlo por todo el Estado, y ni granjeros ni urbanitas ven con buenos ojos que la propia administración comprometa sus vidas al volante.
Traspasemos esto a España, donde la red de carreteras vivió una explosión de mejoras en tiempos de la burbuja de la construcción y siempre a lomos de las Comunidades Autónomas que pagan peajes.
Como aquí lo copiamos todo, a ver qué ocurre si algún iluminado empieza a descuajaringar esas preciosas autovías gratis que hay en el centro y sur del país, y además empiezan a echar grava sobre las carreteras de las Comunidades que están siendo expoliadas a golpe de peajes cada diez kilómetros.
Toda la inversión en investigación y desarrollo de nuevos asfaltos más fiables y sostenibles ecológicamente, donde España lleva publicando notables descubrimientos, a tomar viento.