El domingo clausuraron el EXPOelèctric 2014, una puerta giratoria que se ha hecho inmensa; como en los aeropuertos, entras con un equipaje y sales con la sensación de que el suelo que hay delante de ti se mueve muy deprisa, o que la ropa de la maleta la elegiste con torpeza y no te va a servir de nada en esta ciudad. Sólo con cuatro años de caminar por el recinto del EXPOelèctric, ya tengo que plantearme que al sello de Movilidad Alternativa se le ha caído el adjetivo, y que debería empezar a hablar de Movilidad Alterada.
Al tráfico epiléptico del Paseo Sant Joan, en el mero centro de Barcelona, se iban inoculando bicis, taxis, motos, coches y cualquier forma imaginable de transporte con ruedas que se conecte a una batería.
Cuando en ese enjambre de logotipos verdes y azules avistas un Golf GTE, te das cuenta de que una fiesta no es propiamente una fiesta hasta que han llegado los invitados, y que ahora ya estamos todos.
Me casé con un GTI
Como mamífero pedestre; como amaxofílico; como periodista, o simplemente como espectador no participante. Me ponga los zapatos que me ponga, faltaban piezas en el puzzle. En el equivalente al transcurso de cuatro temporadas en la última serie de televisión a la que te enganchaste, el coche eléctrico y el coche híbrido han mudado la piel. Ampararse en una prosa exprés de «artículo patrocinado», balbucear enunciados como «la oferta se amplía», pobremente describe el escenario.
El abanico no es que sea más amplio, es que hay cincuenta abanicos.
Y en lo que a mí respecta, era eso lo que quería ver: muchas marcas, muchos planteamientos, debates abiertos, comparativas… Alguien que siempre ha puesto su confianza en Volkswagen persistirá en su lealtad al sello; no le corresponde a nadie convencerlo de lo contrario. Si se casó con los GTI en los ochenta, su idilio tiene futuro y margen de maniobra.
Cuando se le explique que debería estar gastando menos de la mitad de gasolina por un bien mayor, sabrá que continúa teniendo su Golf, y la potencia de 204 CV. Mientras en España funcione el Plan MOVELE, el Golf GTE tampoco demandará una inversión superior a un GTI o un GTD.
El respaldo del dinero público a una industria es objeto de otras conversaciones, pero, para el caso que nos ocupa, mi mejor apuesta es que se haya generado un vivero de híbridos tan desarrollado que los fabricantes entren en un sano pulso de competitividad de precios, llegado el momento en que desfallezcan los aportes gubernamentales.
Con el Golf y el Up! en versión cien por cien eléctrica me ocurre otro tanto. Contemplarlos entre los Nissan Leaf, los Tesla, los Citroën C-Zero, la furgonetas e-NV200 y los Renault ZOE solapa el presente con el futuro y desintegra la idea de que el vehículo de baterías es una excentricidad.
Hay decenas de flecos por resolver desde la cooperación de entidades públicas y privadas, siendo el más acuciante la proliferación de puntos de recarga. Se mencionó que en Barcelona hay trescientos. Yo no lo sé, no los he visto todos ni me han dicho cuántos de ellos son públicos o de uso para flotas de empresa.
En cualquier caso, han de haber treinta mil. Lo digo porque hoy tengo finalmente la certeza de que los coches existen y funcionan; que ridiculizan el rendimiento de los TDI con 75 y 105 CV; que desistí de buscar diferencias en el habitáculo o el equipamiento respecto a los gasolina y diesel, porque no las hay. Y que, entre carga y carga, no se toman una noche entera: con Corriente Continua, un Volkswagen Up! eléctrico dispone en media hora del 80% de su autonomía.
Los profesionales
Este artículo medianamente aspira a una crónica del día que pasamos con el equipo de Volkswagen en el EXPOelèctric; imposible desgranar todos los datos y bondades del impulso híbrido del Golf GTE o la agilidad del e-Golf y el e-UP! Frívola en la misma media sería una exposición de posibles contras y desventajas.
En ninguno de los casos hicimos una prueba concienzuda; pudimos tomar contacto con ellos en brevísimo recorrido, pero hasta que no vayan llegando a la redacción de uno en uno, dejaremos los análisis de equipamientos y conducción a un lado. Más que nada porque entendí y noté el potencial que llevan dentro, pero requiere tiempo y kilómetros conocerlo.
Llegado el momento de esa prospección, lo que trataré de recordar antes de pulsar el botón de encendido es el baño de humildad y pedagogía que me dieron los instructores de Volkswagen: quítale el mono de carreras a un piloto y ponle la paciencia del Dalai Lama. Así son.
A cualquiera de ellos le traen al pairo los cómputos de autonomía homologados en un catálogo. ¿939 kilómetros en un Golf GTE? ¿190 kilómetros en un e-Golf? ¿160 kilómetros en un e-Up? Los instructores que estaban con Volkswagen en el EXPOelèctric revientan esos números como quieren.
Graduar la fuerza de retención y recarga del motor eléctrico para frenar sin pisar el freno; moverse entre las configuraciones de entrega de potencia y recuperación de energía; huir de un sandwich de autobuses forzando el mecanismo kick-down del pedal del acelerador, te lo explican con una didáctica que sale del dominio que poseen sobre la máquina. Y la autonomía se multiplica, se multiplica, se multiplica… Diez minutos con ellos y no te queda otra que preguntarte si tu profesor de autoescuela ganó su licencia en la feria durante las fiestas del pueblo.
Les dedico a ellos las últimas líneas de la crónica. Volkswagen no podía haber confiado las criaturas a un equipo más Pro.