Una de aquellas historias para convertirla en película. Imaginad el panorama: el niño es adoptivo y no hay forma de que se integre. Peleas y discusiones en casa, situaciones dramáticas… Una noche, después de una buena ración de gritos porque el crío está enganchado a su teléfono móvil, los padres deciden quitárselo como reprimenda. Cuando todo el mundo duerme, él sustrae las llaves del Mercedes que tienen en casa y con doscientos dólares en el bolsillo decide marcharse hasta Polonia porque quiere reencontrarse con su hermana biológica.
Todo esto pasó en la localidad italiana de Montebelluna, donde la jefa de la policía, una vez interceptado el chaval, dijo que por su aspecto podría pasar por un chico de 16 años, pero que aún así le resultaba increíble que hubiera conseguido cruzar mil kilómetros y dos fronteras sin llamar la atención.
Una odisea moderna
200 euros en el bolsillo para gasolina y peajes, toda una odisea alucinante. Si el niño fue capaz de conseguirlo fue porque tenía bastante experiencia en conducir karts. Así que, a bordo de un Mercedes automático, me imagino que no le costó adaptarse.
Cuando los padres denunciaron el robo, no se halló rastro de él hasta que estuvo a 200 kilómetros de la frontera de Polonia. Maldita sea, estaba apunto de conseguirlo. Lo cazaron porque el coche tenía un sistema de rastreo anti-robo por GPS. Si hubiera sido un poco más audaz, le habría arrancado el dispositivo y lo habría dejado tirado en la papelera de una estación de servicio.
Cuando lo devolvieron a Montebelluna, el niño dijo que había cometido un error, que pedía disculpas y que se arrepentía. Qué iba a decir… Eso sí, la aventura que ha vivido no se la va a quitar nadie. He titulado el artículo “una historia verdadera” por la película de David Lynch, donde un anciano moribundo cruza los Estados Unidos encima de un cortacésped para ver a su hermano y reconciliarse con él después de toda una vida enemistados.
Las personas hacemos cosas increíbles.
¡Una historia realmente increíble! Aunque no está nada bien lo que hizo este temerario adolescente, ya que podría haber provocado algún accidente, lo cierto es que me ha dado pena descubrir que al final no pudo lograr su objetivo. Muy desesperado tendría que estar el chaval para lanzarse a una aventura como ésta con el único objetivo de reencontrarse con su familia biológica. Estaría bien que el reencuentro con su hermana sea posible.
Es con eso con lo que te has de quedar! Con la pena de que no lo consiguiera. Olvida las reglas, las restricciones, lo que está bien, lo que está mal, los números con decimales… El mundo está enfermo de tanto cargar con ese peso.
Ese chaval supone menos peligro que un idiota con un Ferrari ciego de coca. Además, el niño está más vivo que él.