Un coche eléctrico puede contaminar hasta 3,5 veces más que uno normal


Es la lapidaria conclusión de un largo, severo y alarmante estudio de la Universidad de Trondheim. Estamos avanzando hacia una movilidad electrificada, y la pila de combustible se está dejando más y más lejos. Es imposible resumir todo lo que pone de manifiesto este estudio en un artículo, pero sí que a modo de titulares podemos descubrir que hay muchas cuestiones que se nos están ocultando. Los riesgos medioambientales si entramos en una producción masiva de eléctricos son como para tomarlos muy en cuenta.

El coche de combustión emite gases, el eléctrico no. Hasta aquí todo es de color de rosa, o verde, mejor dicho. Pero el estudio revela que el coche eléctrico, mientras se está usando, es cuando más contamina. Parece una contradicción, pero no lo es. Porque para llenar esas baterías, el coche eléctrico ha estado contaminando en algún lugar del planeta.

Dicho de otra manera clara y directa: si el coche eléctrico ha obtenido esa electricidad mediante plantas generadoras de energías sucias como el carbón o el combustible fósil, este coche estará contaminando un 17% más que uno de gasolina, y un 27% más que un diesel. Esto significaría que un coche eléctrico puede llegar a ser hasta 3,5 veces más contaminante que uno normal.


Durante su uso, el eléctrico sólo será limpio si su fuente de electricidad proviene de energías renovables. Y si bien en Europa cada vez estamos generando más electricidad mediante energía eólica o presas hidráulicas, en el resto del mundo se sigue tirando de sistemas muy tóxicos para crear electricidad.

La otra contaminación oculta

Es la que proviene de la fabricación y reciclaje de sus baterías. El níquel, el litio, el fosfato de hierro… La manipulación de estos minerales contaminantes y tóxicos a la hora de fabricar los acumuladores, según el estudio, son los responsables de casi la mitad de la contaminación que producirá el coche en su ciclo de vida. Estos minerales, en lugar de CO2, emiten partículas altamente perjudiciales a la atmósfera, que revierten en una acidificación de las tierras y la contaminación de los acuíferos. Es decir, vuelven putrefacta nuestra comida.


Las emisiones tóxicas de esta fabricación superan entre un 180% y un 290% la contaminación que se genera al construir un coche normal. Las advertencias son muy claras: la electrificación sólo es viable si se consigue desarrollar una fabricación y reciclaje de baterías no dañinas, y si la generación de la electricidad proviene toda de energías renovables. Si no es así, la electricidad sólo debe ser una fase de transición (coches híbridos) hasta que la pila de combustible esté lista para entrar en juego.

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