No nos cansaremos de repetirlo aunque las vacaciones estén llegado a su fin y el número de desplazamientos se vaya a reducir drásticamente en las próximas semanas. Circular con unos neumáticos que no están en condiciones es muy peligroso, y ello incluye que la presión no sea la que recomiendan los fabricantes.
Hacerlo es muy fácil
No hay que olvidar que es la única parte que está en contacto con la carretera, así que hay que hacer todo lo posible para que esté en perfectas condiciones. Hay que revisarlos como mínimo una vez al mes y siempre antes de iniciar cualquier viaje más largo de lo habitual. Puedes hacerlo en una gasolinera, donde antes era gratis y ahora te suelen cobrar. Se ve que no ganan suficiente con el tema del combustible…
Como la presión de cada modelo es distinta, para no equivocarse hay que coger el manual de mantenimiento del vehículo y comprobar qué presión necesitan las ruedas del eje delantero y las del eje trasero. Es una información que también podrás recabar echando un vistazo al flanco interior de la puerta delantera o dentro de la tapa de combustible.
Lo que te puede pasar
Si circulas con menos presión de la recomendada en los neumáticos, el coche pierde agarre, es más fácil sufrir un reventón, los ocupantes no viajan tan cómodos y puedes tener problemas con la dirección y con la suspensión. Para resumirlo punto por punto, te puede pasar lo siguiente:
– Más desgaste: como la superficie de contacto es mayor, el roce de los neumáticos es superior y su desgaste se acelera.
– Mas gasto: unos neumáticos con menos presión de la que deberían tener provocan un mayor consumo de combustible. Esto es así porque se produce una mayor resistencia a la rodadura.
– Aquaplaning: sin la presión correcta, es más fácil sufrir el temido aquaplaning al pasar por un trozo de carretera con muchos litros de agua.
– Menos adherencia: se produce un flaneo mayor en el paso por curva, lo que puede provocar la pérdida de control, un pinchazo y hasta llegar a desllantar.
– Posibilidad de reventón por sobrecalentamiento: aunque no sea lo más habitual, puede ocurrir. Con poca presión, el neumático no es capaz de librarse de la temperatura como debería, lo que puede provocar deformaciones y hasta un eventual reventón.