Media hora antes de arrancar la carrera, el presidente de Mercedes, ese tipo del bigote que nunca se deja ver y que manda más que Toto Wolff y Paddy Lowe juntos, dijo a la televisión que se acabaron las órdenes de equipo a Rosberg y Hamilton. Ni las iban a dar en Mónaco, ni en lo que viniera después.
Reconoció que hay tensión, que el cuento de los dos amigos se terminó, que cada uno va a lo suyo y que él –como responsable último– sólo podía confiar en que los dos pilotos tuvieran la sensatez suficiente como para no estamparse en la primera curva.
Resumen rápido, la vengaza de Webber
Rosberg y Hamilton la sensatez la tuvieron, pero Checo Pérez quedó KO en la primera vuelta y apareció el Safety Car nada más empezar. Alonso con el sistema electrónico fallando y Ricciardo saliendo por el lado sucio, perdieron posiciones.
Raïkkönen sí que estuvo avispado, aunque dos ruedas pinchadas volvieron a aplastarle la moral en el fondo de la clasificación; otro fin de semana más sin que el finlandés, que ya ha repetido por activa y por pasiva que todavía no le encuentra el punto al coche, pueda reivindicarse.
Al final, Rosberg le arrebató el primer puesto en la clasificación general a Hamilton y, de esas cosas que sólo pasan en Mónaco, Bianchi con un Marussia terminó consiguiendo los primeros puntos de la historia de su equipo, pese a un castigo de cinco segundos que lo bajó al noveno puesto en lugar del octavo que conquistó dentro de la pista.
Alonso era el único piloto presente en la parrilla que había ganado dos veces en Mónaco. Nico Rosberg le igualó este domingo.
Vettel, que tuvo problemas crónicos de electrónica todo el fin de semana, se tuvo que ir a bañar en la piscina de algún yate en la vuelta ocho. Coche fundido. Todo el gafe que arrastró tanto tiempo Webber parece que se lo ha dejado en herencia al alemán esta temporada.
Webber estaba en otro yate y, me apuesto los calzoncillos, en la parte más irracional de su cerebro una parte de él brindó con champagne al ver la cara descompuesta y alicaída de su ex. Ahora el chico de moda sabe cómo funciona la fama, cómo se siente uno al dejar de ser el objeto de deseo y el foco de todos los halagos, y eso es mucha acritud para digerir. Vamos a esperar a ver cómo Vettel procesa todo este revoltijo de emociones incómodas y si es capaz de retomar el mando dentro del equipo.
Coches de seguridad y pinchazos, la rúa de coches habitual
Un circuito donde se necesita un vehículo ágil, descargado, que deslice un poco el tren trasero y, según cuentan los pilotos, un circuito donde se conduce por instinto. Complicado también el asfalto; a las pocas vueltas, las ruedas tienen el síndrome de una goma de borrar, con macarrones enganchados, o les salen ampollas o, en el peor escenario, revientan.
Por orden de desastres mencionados en el párrafo previo, el pánico en Mónaco siempre tiene tres nombres: granining, blistering y delaminación. Súperblando (rojo) y blando (amarillo) fue la elección de Pirelli igual que el año pasado. Pero el fabricante de neumáticos los hace a todos considerablemente más duros que en la anterior edición, tanto que con el clima fresco que había, era imposible llevarlos a una temperatura óptima.
El público esperaba que Rosberg y Hamilton hicieran un remake de aquel Senna versus Prost 26 años después. Pero como todos los coches van rozándose con los guardarraíles y dejando pedazos de fibra en el suelo, al final lo que sucedió es que los neumáticos no sufrían, sino que pinchaban sin parar. Las banderas amarillas nos dejaron demasiados desfiles de coches a velocidad lenta y un exceso de pit-stops.
Resumen a vista de pájaro, el día de Jules Bianchi
Sutil, que estaba fogoso y espídico, después de tres adelantamientos fulminantes que le dieron tal vez un exceso de confianza, acabó por crujir el monoplaza. Segundo Safety Car y aún no habíamos llegado a la mitad del GP.
Y como tuvo un pinchazo después de su pit-stop, Räikkönen perdió en este paréntesis de la carrera una opción a podio que se había ganado con sangre y sudor. Alonso, que siempre rodó más lento, se encontró en cuarto puesto y a remolque de Ricciardo.
Bottas quedó retirado en la vuelta 57 dentro de una nube de humo saliendo por los laterales del Williams. Eso puso a Bianchi y su Marussia en la zona de puntos y a la zaga de Massa. Un Felipe Massa que se había quedado sin disputar la qualifying porque un Caterham lo arrolló. Y, merced de una estrategia a una parada, hizo una carrera meritoria.
La defensa de la quinta posición fue otra zona caliente. Hulkenberg tenía la manada de lobos encima: Magnussen, Button y Räikkönen. Pero al verse doblados por los Mercedes, Kimi y Magnussen se dieron un restregón que desahució al de Ferrari, dejó décimo al piloto de McLaren, y el Force India volvió a rascar unos buenos puntos sin sufrir en la parte final.
Fin de semana extraño para Lotus, porque Maldonado no llegó ni a salir y Grosjean fue otro de los que pinchó una rueda, aunque él se llevó el dudoso honor de hacerlo directamente en la vuelta de formación.
Grosjean hizo una parada indeseada en boxes. Pero el segundo coche de seguridad, sea como sea, lo relanzó al centro del meollo e, igual que le sucedió en Barcelona, cruzó la bandera puntuando.
Los problemas de visión en su ojo izquierdo que anunció Hamilton por radio y que le alejaron de Rosberg dispararon la adrenalina de Ricciardo, que voló hasta alcanzarlo en la penúltima vuelta. Y aunque el australiano se portó como un gladiador impío, Lewis Hamilton contuvo al Red Bull. Así que Mercedes ya tiene el récord histórico de seis poles y seis victorias.
Mercedes ha hecho seis victorias pero no seis dobletes, porque en Australia el británico sufrió una avería, y, todo y con esas, en 60 años de Fórmula 1, nadie se había apuntado un arranque de campaña así de rotundo.
Planes a medio y largo plazo de Ferrari
Ferrari traía a Mónaco muy livianas modificaciones. Entre otras cosas, porque la pista no iba a permitir determinar en qué grado los monoplazas habrían mejorado aerodinámicamente o en cualquier otro aspecto. Mejor guardar esfuerzos para otros circuitos.
Hace una semana, desde Ferrari se habló de Canadá en declaraciones para la ESPN. Los motores no se pueden retocar una vez han sido presentados y aceptados por la FIA, pero hay un intersticio en esta ley, porque no se especifica cuánto se puede forzar el propulsor.
Los italianos han estado siendo muy conservadores en esto para esquivar los desplantes de la fiabilidad. A cambio de no sufrir retiradas en carreras, no han aspirado a un rendimiento brillante. En el mismo canal ESPN ya admiten abiertamente que la comprensión total de la unidad de potencia eléctrica y el motor térmico no la van a alcanzar este año, y que están sembrando para el año que viene e, incluso, para el siguiente.
Y aún así, dejaron caer un aviso a navegantes: un poco sí que han aprendido, están a menos décimas de Red Bull y en Canadá apretarán el motor desde la gestión de potencia, y los F14-T tendrán algún plus de caballos. No obstante, si Kimi no se siente confortable y el coche de Alonso sigue perdiendo los frenos o la asistencia eléctrica de forma intermitente, como pasó en Mónaco, no veremos retiradas de Ferrari, pero tampoco peleas justas ni evoluciones palpables de rendimiento. Hay que sumar, por otro lado, que los demás equipos no están durmiendo la siesta mientras ellos hacen sus pruebas en Maranello.
Nos vemos en Canadá.