Los organizadores chinos han prohibido las modelos y azafatas en el Salón del Automóvil de Shanghai, que ahora en castellano tenemos que escribirlo con acento: Shanghái. También se quedan fueran de la exposición los niños. El comunicado dice que hay motivos nobles; en la cultura china, explican, lo de las jóvenes adornadas y pintadas a la occidental se considera una vulgaridad, y la exposición automovilística debería tener un barniz de cosa muy seria. Conque, de féminas, ni hablar: las únicas mujeres permitidas en el recinto son las vendedoras y directivas de las marcas de coches que tengan otra cosa en que ocuparse aparte de dejarse fotografiar.
Lo de los niños lo justifican aludiendo a la seguridad. En el aviso publicado se cuenta que se han vendido más entradas de las esperadas, y que con tanta gente en el recinto va a ser imposible velar por la integridad de los infantes. Efectivamente, yo no sé nada de lo que ocurre en la vida cotidiana en La China; dicen que allí los menudos desaparecen y les son sustraídos de las manos de sus padres en lo que se tarda en bostezar o rascarse una oreja.
Lo que siempre deja al ser humano con cara de perplejidad y de incomprensión animalesca es el conjunto de contradicciones que somos; chinos, bosquimanos, parisienses y finlandeses. Al salón no irán las modelos por guardar decoro, pero a las carreras sí.
Curiosa dualidad sobre la que no me veo en autoridad de opinar. Simplemente dejo estas paradojas por escrito, en la fe de que un antropólogo o alguien más leído en la cultura china y la etología pueda dar alguna explicación para que yo las comprenda.
MANOR y Merhi
El piloto de Castellón y su equipo, por fin, en esta ronda del mundial han celebrado un Gran Premio con la normalidad de los otros competidores; dos pilotos en la parrilla. Declaran que en la próxima, que es cuando la feria llega a Baréin, habrá un coche prácticamente nuevo, de las ruedas al volante.
Los atrancos y fatigas económicas que están pasando, otra vez, no es materia a la que yo tenga acceso. En cualquier caso, me alegro de que haya un soporte pecuniario detrás, en este caso de Ferrari, y que haya más coches en la pista. Lo de Australia, eso de comenzar la carrera sólo con quince monoplazas, no le causa buena impresión a ningún seguidor de los deportes a motor.
De un año a otro
Estoy leyendo las notas que escribí el año pasado en la retransmisión de Shanghái. No considero que tenga mucho sentido duplicar contenidos; más que nada, porque la carrera fue tan parecida que, lo de este domingo, bien pudo tomarse por una reposición de un programa televisivo grabado doce meses atrás.
China tiene una recta muy larga y la temperatura, más bien fresca, concentra las tribulaciones de conductores, mecánicos e ingenieros en no rajar neumáticos.
Todo esto lo expuse con más detalle en abril del 2014, y es absurdo que llene los servidores de internet con redundancias, como si no hubiera otras maravillas en la tierra con las que distraerse.
La construcción del Ferrari FT-15 tiene su prodigio en esto que ya dije: meteorología y Pirelli. Los comentaristas alaban que, siendo menos rápido que los Mercedes, se mueve sin pelar las gomas, y que así es como expugnaron el primer podio en Malasia hace un par de semanas y dejaron a Hamilton y Rosberg con los ojos bajos y la sonrisa torcida. Pocos le dedican un apóstrofe benévolo a Vettel, y menos redactores aún admiten que el muchacho condujo bien y la mecánica le acompañó funcionando sin irregularidades.
Vettel fue quien paró primero en boxes, y habiendo un agujero grande para correr, sin tráfico lento, trató de rebasar a Rosberg, pero los mecánicos de Mercedes mueven los dedos muy rápido, y en su paso por la caseta, el de Mercedes mantuvo su segundo lugar.
Al último, Ferrari continúa en progresión, haciendo estrecha la vía que los separa del dúo Hamilton y Rosberg en el ritmo largo de las carreras. Hasta esta data, no se han vuelto a ver esas diferencias de treinta segundos entre un equipo y el otro, que eran la norma en el 2014.
Si vencerán la partida, lo descubriremos en adelante, pero da la sensación de que los apóstoles de Mercedes ahora tienen con qué inquietarse.
La risa
La mofa y los «eso ya lo sabía» se le ponen a Fernando Alonso desde el choque que tuvo en los entrenamientos de pretemporada, cuando doy por sentado que ni yo, ni los demás, tenemos el gusto de conocerle ni de haberle preguntado en la intimidad por qué se marchó de Ferrari, o si duerme en el costado izquierdo o derecho de la cama, o si le gustan más las películas de indios y vaqueros que los documentales del National Geographic, por decir algo.
Nada conocemos de lo que le pasa a Alonso por las sienes, aunque en los homínidos veo siempre esa aspiración a demostrar que se posee una sabiduría total, y me disgusta este ánimo de hacer el chiste y la risa con los achaques de otros; lo que los filólogos precisan muy bien con la palabra ‘inquina’. Pero también me da el efecto que esto es lo que mejor se nos da a los periodistas. Trabajo de aspecto pobre y escasa imaginación, el nuestro.
Para el consuelo de quien se mire los deportes por mero gozo, los McLaren llegaron, por vez primera en el 2015, a la línea de meta.
Red Bull
Ricciardo tuvo que cambiar el sábado su motor Renault, y se quedaron sin tiempo de ajustar y comprobar todos los detalles. Con esto, los dos pilotos de Red Bull se embarullaron al principio de la carrera por debajo de los puestos que puntúan y compitieron más en la franja de la decimoquinta plaza, con Alonso y Button. Únicamente Ricciardo se rehizo y acabó con mucho oficio y espíritu en el noveno lugar.
El motor de Kvyat humeó y se fue a la tierra, donde vehículo y conductor quedaron embadurnados del polvo de los extintores. El ruso no había sustituido su impulsor, pero ya se encuentra en el mismo aprieto que su compañero australiano.
Red Bull ha quemado tres de los cinco propulsores autorizados por la FIA en el libreto de leyes 2015. Digo yo que esta ejecutoria la van a derogar, porque si éste es el tercer Gran Premio y ya se han despachado tres bloques de Renault, a final de temporada la mitad de las escuderías se van a quedar durmiendo en los hoteles.
Sauber, Toro Rosso y Lotus
Dije en Malasia que Sauber había de escarbar en el coche y devanarse las neuronas dentro del taller para conseguir una décima más. Y que me agradaría que lo lograran. Pues hicieron buen papel Felipe Nasr y Ericsson, que en esta ocasión sí pudieron tutearse con Grosjean, Maldonado, Verstappen y Sainz. Tenemos, este año, una zona media con ímpetus.
Con todo, dentro de esta generación de equipos con pilotos jóvenes, los Toro Rosso pintan como los más audaces del 2015. En la ingeniería poca cosa tienen a su favor, pero ya cuentan tres carreras dando espectáculo.
En China, a Sainz se le atoró la caja de cambios, pero los ingenieros le reiniciaron todo el sistema desde el muro, y aunque eso lo atrasó hasta las posiciones finales, ahí siguió el madrileño, corriendo sin flojear, acabando su tercera galopada en la Formula 1. A Verstappen la máquina se le quebró a cinco minutos del final. Me dolió, porque iba pegado a los Williams y porque los comisarios lo tuvieron que empujar para sacarlo de la pista, como se ve en la foto.
Force India, hasta el momento, es la cuadrilla que se está quedando fuera de esta turbina de los escalones más disputados; los que van del quinto al décimo lugar y los que avivan más adrenalina. A Hulkenberg se le paró el coche y Checo Pérez resbaló y resbaló; estuvo en el noveno puesto gran parte de la mañana, pero hay algo en ese auto que lo hace zarandear mucho con el acelerador a fondo y con los virajes duros.
Benedict Cumberbacht
En Malasia no hubo visitantes de cortesía que vieran a Vettel brincando con el trofeo en la mano. A china fue Cumberbacht, del que cuentan que siente gran pasión por los automóviles. Ya que la bandera de cuadros clausuró la retransmisión asiática con el fastidio del coche de seguridad y se aguó la emoción, para solazarse en este domingo antes de arrancar con otra semana de trabajos y fatigas, yo recomiendo su última película, ‘The Imitation Game’. La encontré fascinante.
Nos vemos en Baréin.