Esto es un no parar. Es la tercera broma de este tipo que comparto con vosotros en las últimas semanas. De hecho, la última, la del Ferrari 458 Italia, la pudisteis ver el pasado sábado. La primera fue la del Lamborghini y hoy el protagonista es un precioso Maserati decapotable que brilla que da gusto.
Antes de dejarse ver aparece un Toyota Celica GT de 1980. Es un coche que a más de uno le gustaría tener, pero a la rubia que está esperando al autobús no termina de convencerle. Pasa del chico que lo conduce y decide girarse para que no le moleste más.
Todo cambia cuando 15 minutos más tarde aparece el conductor del Maserati, otro chico joven que tiene ganas de juerga. En menos de un minuto la convence de que lo mejor que puede hacer es subirse al coche, aunque el ofrecimiento tiene trampa. Segundos más tarde le pide que salga del coche y no se lleva un bofetón, pero sí un escupitajo bastante barriobajero.