Se ha batido un nuevo récord de drifting. Un nuevo récord que no implica ser excesivamente habilidoso conduciendo. Lo que prima es el físico, la mentalidad y unos brazos que no se cansan nunca de sujetar el volante al tiempo que se sincronizan con los pies que pisan el acelerador y el freno.
Harald Müller ha sido el loco que se ha encargado de pulverizar el anterior registro en la localidad de Samsun, en Turquía. Johan Schwartz se las prometía muy felices cuando recorrió unos 82 kilómetros derrapando con un BMW M5. Era un récord que parecía insuperable por lo pesado que puede llegar a ser el simple hecho de pensar la de vueltas y vueltas que tienes que dar para superarlo.
¡Casi dos horas y media derrapando!
Para Müller eso no fue un problema y para asegurarse de que nadie le superará en los próximos años se pasó tres pueblos. Recorrió 144,126 kilómetros dando 612 vueltas en dos horas, 25 minutos y 18 segundos. Luego, con cara de haber conducido desde Cádiz hasta San Petersburgo sin parar ni para hacer sus necesidades, posó ante los medios de comunicación con el diploma de turno y una sonrisa que no era de oreja a oreja. Tenía rampas hasta en las mejillas, así que hizo lo que pudo para mostrar su alegría. A pesar de los pesares, su sonrisa era más contagiosa que la de Andrés Iniesta cuando España ganó el Mundial de Sudáfrica.
La pista estaba mojada
Evidentemente, la pista estaba mojada para que los neumáticos pudieran aguantar durante tanto tiempo en buenas condiciones. Si la pista no hubiera estado mojada no hubieran durado ni tres asaltos.
Por cierto, el coche con el que logró el récord es un Toyota GT86 del que ya pueden presumir los japoneses, aunque me temo que esta clase de récords no tienen demasiado que ver con el modelo, lo cual no quiere decir que puedas bajar al parking del Mercadona del barrio para intentar batirlo con un Kia Picanto mientras tus amigos van mojando el asfalto con la manguera extensible que anuncian en la Teletienda.