Un día tengo que hacer un artículo de retrospectiva de este modelo. Desde que apareciera aquel increíble ST 170 Mark I, la saga de deportivos derivados del Focus ha hecho babear a millones de personas. Pero el que estábamos esperando ahora, la tercera generación, se pondrá a la venta por fin en agosto. El precio de salida no es barato, 29.250 euros la carrocería de 5 puertas y 30.200 en la inédita Sportbreak. Habrá una versión Plus que costará 2.500 euros más, versión a la que no le veo mucho sentido, pues sólo cambia los asientos. Ante el handicap del precio, hay que decir que Ford regala como promoción el pack de luces Xenon.
Lo primero que llama la atención, obviamente, es la aparición por primera vez en la firma del óvalo de un compacto deportivo en versión familiar; una estrategia que veremos cómo les resulta, pero que personalmente encuentro de un gusto exquisito, pues no sé cuál me gusta más.
Ford ha renunciado al motor de cinco cilindros del anterior ST, a favor de un cuatro cilindrosEcoBoost 2.0 turboalimentado, más adecuado para cumplir con las normas medioambientales. Pero además de suponer un 20% de consumo menos que el anterior ST, su potencia se incrementa un 10% más.
Cambios importantes
Es el mismo motor que lleva el Mondeo 2.0, aunque en el transatlántico de Ford tiene 10 CV menos. En el Focus lo han forzado para se plante en unos escalofriantes 250 CV. Y todo el trabajo para las ruedas delanteras con la ayuda de un diferencial electrónico. Habría que comparar qué solvencia tiene ante el diferencial mecánico que monta el Astra OPC.
Ha recibido un tratamiento por parte del departamento deportivo de Ford rebajando su chasis en 10 milímetros, modificando la suspensión (muelles y amortiguadores) y adaptando la dirección electromecánica variable a la conducción deportiva. Frenos sobredimensionados, llantas de 18 pulgadas, frontal y spoiler trasero rediseñados para mejorar la aerodinámica, escape trapezoidal de salida central y control de tracción configurable en 3 posiciones.
Ellos dicen que han conseguido un compromiso ideal entre la conducción deportiva y el uso cotidiano del día a día, y que cuando el coche llega a la ciudad cambia de personalidad totalmente.
Eso habrá que verlo. Yo tengo un ST170 al que conservo como una joya, y también le he metido mucha mano al anterior ST con el motor de origen Volvo. Y puedo asegurar que en el día a día se hacen un poco rudos. Son coches con mal genio y que no dan muchas concesiones a la comodidad del conductor. Las suspensiones se notan rígidas y la dirección desarrolla tus bíceps. Ahora Ford dice que lo ha domesticado lo suficiente como para no ir peleándote con él en un trayecto urbano. Yo sólo espero que no se hayan pasado de largo y que siga siendo un lobo vestido de cordero.