El empresario Miguel Ibáñez se ha salido con la suya después de más de 20 años de lucha. Ha logrado que las matrículas de aluminio de toda la vida no vayan a ser las únicas que veamos estampadas tanto en la parte delantera como en la parte trasera de los coches. Esto es así porque ha conseguido que las matrículas acrílicas estén homologadas en España, algo que en otros países no es ninguna novedad.
Pueden ser consideradas como «ecomatrículas» porque se pueden reciclar. Además, no presentan aristas cortantes, algo que se agradece a la hora de manipular las placas y en caso de accidente, puesto que no es la primera vez que actúan como navajas en caso de atropellos.
El precio de ambos tipos de matrículas es muy similar, pero los beneficios de las acrílicas son más que evidentes. Además, tienen tres años de garantía, con lo cual es muy probable que dentro de poco empiecen a generalizarse como ya ha sucedido en otros países como Portugal o Reino Unido.
La Unión Europea le dio el empujoncito que necesitaba a la propuesta de Ibañez, ignorada por el Gobierno hasta en tres ocasiones. La UE permite la homologación de un producto que ya está homologado en otro país de la UE, siempre y cuando haya detrás una empresa dispuesto a fabricarlo a gran escala, como parece que es el caso. El Ministerio de Industria tuvo que atender a la petición para sellar el Certificado de Equivalencia de Homologación.
Ahora lo que toca es llegar a un acuerdo tanto con marcas como con concesionarios. Al parecer, ya hay dos marcas que están muy interesadas.