Los coches de competición más raros de la historia


La historia de la competición a motor está llena de récords y momentos inolvidables, desde la superioridad de Graham Hill como doble campeón de F1, de las 500 Millas de Indianápolis y de las 24 Horas de Le Mans, hasta la remontada de John Watson en 1983 durante el Gran Premio de EE.UU. Los coches de competición también han dejado huella en los años, obteniendo en muchos casos una gran parte de protagonismo ya sea por su velocidad como por sus avances técnicos. No obstante también se han visto coches que, aunque hayan seguido las «modas» del momento, hoy los vemos como dinosaurios metálicos desafortunados en su aspecto.

A continuación, os mostramos una pequeña lista con los coches de competición más extraños que se conocen, a cada cual con un diseño más extravagante que el anterior.

Bugatti type 32 tank (1923)


El dinámico modelo experimental T-32 (desarrollado por Ettore Bugatti) fue mostrado en 1923 bajo el pseudónimo de Tanque de Tours. Se trata de un automóvil totalmente lleno de remaches que aun puede presumir de poseer un motor V8 totalmente adelantado a sus tiempos y 3 velocidades. Solo disputó una carrera en el Gran Premio de Francia de 1923 celebrado en Tours (de ahí su sobrenombre). A pesar de ser una prueba llena de exigencias mecánicas, el piloto Ernest Friderich (con el español Pierre de Vizcaya como compañero de equipo) completó las 35 vueltas de un trazado con casi 23 km llegando en tercera posición. Se fabricaron cuatro modelos en total, aunque Bugatti se quedo con uno y vendió el resto. Uno de ellos puede verse en la Ciudad del Automóvil de Mulhouse.

Piero Taruffi Italcorsa/ TARF II (1951)


Entre los años 1951 y 1952, el piloto e ingeniero italiano Piero Taruffi, (que hoy da su nombre al Autódromo de Vallelunga, cerca de Roma), logró batir siete récords oficiales de velocidad a los pedales del Tarf II, llegando hasta un límite de 231 km/h.

Bajo la apariencia de un «doble cohete» cargaba con el mismo motor que el Ferrari 246 Dino, un bloque Maserati de cuatro cilindros con sobrealimentación de dos etapas y una potencia de 290 CV. Entre 2002 y 2008, el Tarf II fue exhibido en el Museo del Motor de Fremantle (Australia).

Chaparral 2J (1970)


Conocido como «el coche ventilador» fue el primer automóvil de competición en mostrar una aerodinámica asistida por dos ventiladores de 17 pulgadas (43 centímetros). Compitió en la Can-Am series con un motor V8 de 700 CV, 8,1 litros y 3 velocidades que le hacían ser hasta 2 segundos más veloz que todos sus contrincantes. No obstante, los problemas mecánicos del modelo 2J y las decisiones de la SCCA, hicieron que solo aguantase una temporada en competición (en 1970)

Actualmente, el 2J puede ser adquirido en el videojuego Gran Turismo 5 por unos 15 millones de créditos.

March 721 Eifelland Type 21 (1972)


Uno de los coches de competición más radicales de la historia. El equipo alemán Eifelland entró en la categoría reina en 1972 con una sencilla ilusión bajo el brazo; modificar, innovar y modernizar la Fórmula 1 como nadie lo había hecho. Así, su modelo March 721 (pilotado por el alemán Rolf Stommelen) mostró toda una serie de detalles que no gustaban a nadie; desde una toma de aire delantera frente al piloto (que provocaba más calor al conductor), un voluminoso alerón y un retrovisor central que molestaba más que ayudaba. No es de extrañar que el March 721 durase solo 8 carreras en su año de debut.

Lola T332 (1973)


El coche de competición Lola T332 fue construido por la empresa inglesa Lola Racing Cars para su uso en la Fórmula 5000 de 1973. Este monstruo de metal con parabrisas cargaba con un motor Chevrolet V8 de 5.0 litros capaz de alcanzar los 305 km/h, dando a la escudería victorias en muchos lugares del mundo. El piloto australiano Warwick Brown ganó con él la competición Tasman Series de 1975, así como en el «Nueva Zelanda Grand Prix» de 1975. El Lola T332 también ganó el Campeonato de los Estados Unidos de Fórmula A / F5000 en 1974 y 1975 conducido por el piloto británico Brian Redman, además de llevarse el Campeonato de Pilotos y el GP de Australia en 1979. Un automóvil raro, aunque competente.

Ligier JS5 (1976)


Ningún coche atrajo más la mirada de los asistentes y la prensa mundial que el Ligier de 1976, un automóvil de competición dotado de una toma de aire llamada «periscopio gigante» tan ancha como una chimenea y tan aparatosa que fue prohibida casi de ipso facto. Fue conducido por el francés Jacques Laffite, que consiguió el cuarto puesto en el Gran Premio de EE.UU celebrado en Long Beach (1976) y tres podios más aquél mismo año. Cuando llegó el Gran Premio de España, disputado en Jarama, la entrada de aire se cambió por otra de dimensiones convencionales (y reglamentarias), por lo que el Ligier por fin tomó forma de coche de Fórmula 1.

Tyrell P34 (1976)


Aunque las escuderías March Engineering y Williams construyeron chasis experimentales de seis ruedas, los amantes de la Fórmula 1 reconocemos bien este modelo. Fue diseñado por Derek Gardner en la década de los 70 con un motor V8 Ford-Cosworth DFV de 3.0 litros y demostrando ser un coche avanzado. La innovación de las 6 ruedas lo ha llevado a conseguir nada menos que un doblete en el GP de Suecia en 1977 (año de debut) a los mandos de Ronnie Peterson y Patrick Depailler.

McLaren M26 (1978)


¿El McLaren de competición más extraño de todos los tiempos? Esta innovación de doble alerón (uno delante del piloto) fue estrenada en el Gran Premio de España de 1978 celebrado en el circuito de Jarama. La idea de McLaren era transformar la carga de aire que llegaba del tren delantero en fuerza de soporte para el monoplaza. Nada de esto funcionó y el alerón fue desmontado esa misma semana.

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