Desde que se unieran Chrysler y Fiat, una de las jugadas maestras de los italianos fue robarles el mito de la Voyager a los americanos y ponerle el refinado logo de Lancia. Mejores interiores, mejores acabados, equipamientos muy sofisticados y el espíritu chic de la marca. Todo sin perder las virtudes de uno de los primeros siete plazas más laureados y celebrados. Lancia acaba de anunciar que en España se cambiará el motor diesel por una evolución del mismo 2.8 litros, ahora con 178 CV (15 más que el anterior). Asociado a un serenísimo y confortable cambio por convertidor de par con seis marchas, la Voyager también ha reducido su sed y sus residuos, pudiendo beneficiarse del plan PIVE-2.
Lo mejor de la Voyager siempre ha sido la cantidad de superficie acristalada y la modularidad de su sistema de asientos Stow’n’Go, dispuestos de forma 2-2-3 plazas. Los niños pueden corretear por dentro y les chifla. Y si no te hacen falta, las butacas se esconden bajo el suelo. Pesa más de dos toneladas y mide 5,23 metros… Pero libre de butacas ahí tienes 4.100 litros de capacidad. Otro gadget que para mí está entre sus puntos que más encandilan es una pequeña tienda de campaña que se puede acoplar al portón trasero cuando está abierto. Las familias con ganas de viajar lo pueden disfrutar a lo grande.
El precio y las tentaciones de los opcionales
Con todas estas bondades y las exquisiteces de Lancia, como el clima tri-zona, la tapicería de piel, las pantallas de DVD con auriculares inalámbricos, el volante y los asientos calefactables o el control de crucero, el gran monovolumen, enemigo acérrimo del Ford Galaxy, ahora también presume de consumir 7,9 litros a los 100 en ciclo mixto (recuerdo otra vez que pesa más de dos toneladas). Los clientes que paguen con la financiera de Fiat y se acojan al PIVE-2, pueden hacerse con una Voyager por 34.100 euros.
Eso sí, como se pongan delicados y empiecen a pedir llantas y opcionales infinitos, se meterán en el berengenal de las versiones “Gold” y “Platinum”, y se van a ir por encima de los 40.000 euros más deprisa de lo que la Voyager tarda en alcanzar los 193 km/h de velocidad límite.