Se detendrá y no está nada claro que se reanude. El Dodge Viper no está obteniendo las ventas que se esperaba y es muy probable que deje de producirse para siempre. La compañía estadounidense reflexionará sobre la conveniencia de regresar al mercado con una máquina que se ha llevado un buen palo por culpa de la competencia. Ferrari va ganando peso por esos lares y otras marcas, como por ejemplo Lamborghini y Porsche, no hacen más que incrementar sus beneficios a base de campañas publicitarias muy concretas que funcionan a las mil maravillas.
No se han subido a la cresta de la ola
El segmento de los deportivos es un segmento muy jugoso que funciona incluso cuando hay crisis. Por eso en Dodge hablan de decepción y se plantean cerrar la fábrica donde se creó la primera unidad en 1992. Es una decisión difícil, pero los resultados corporativos son los que mandan y no existen argumentos convincentes para mantenerlo en el mercado más allá de 2017.
Demasiado derrochador
Es una pena porque tiene carisma. Es un coche que personalidad que bajo el capó esconde un motor monstruoso. Estamos hablando de un V10 de 8.4 litros que puede entregar 640 CV y 813 Nm de par máximo como el que no quiere la cosa. ¿Su principal inconveniente? Que se han preocupado bien poco por el consumo y las emisiones, algo que beneficia a la competencia cuando la decisión de compra se fundamenta en algo que va más allá de las prestaciones y la estética.
Un historial preocupante
Los problemas de Dodge con el Viper se remontan a tiempos pasados. En 2010 ya frenaron su producción para actualizarlo e incrementar su precio en 15.000 dólares, algo que no se tradujo en un empujón de las ventas, sino más bien en todo lo contrario. En 2013, el mandamás de SRT, Ralph Gilles, tuvo que salir a la palestra para reconocer que estaban teniendo problemas y que esperaban a la llegada de la primavera para mejorar sus cifras. Ésta llegó y las ventas fueron bastante más modestas de lo que esperaban. Y ahora winter is coming…