Los principios siempre son difíciles, sobre todo cuando es necesaria una importante inyección de dinero que tardará en recuperarse. Eso es precisamente lo que ha propiciado el acuerdo que han firmado Honda, Nissan y Toyota para apoyar a las empresas que van a trabajar por mejorar las infraestructuras necesarias para que los coches de pila de combustible, los Fuel Cell Vehicles (FCV) que se mueven gracias al hidrógeno, tengan salida en el mercado.
Un acuerdo necesario
De lo contrario no tendría sentido comprarse un vehículo con semejantes características. Es lo que ha pasado en España y sigue pasando con los eléctricos. ¿Para qué comprarse uno si solo se va a poder cargar en casa? Es importante que haya una red de suministro lo suficientemente potente, y es ahí donde las estaciones de servicio juegan un papel crucial.
Como los costes de explotación son muy elevados, los tres gigantes de la automoción han decidido sumarse a una iniciativa que también cuenta con el apoyo del Gobierno japonés, que ya en junio de 2014 presentó una hoja de ruta estratégica para el hidrógeno y las pilas de combustible. Sin subvenciones no hay fiesta que valga, así que toca arrimar el hombro por un bien común.
El Mirai es el pionero
Toyota es la primera que se ha subido al carro de los coches a hidrógeno. Lanzó el Mirai a finales de 2014 y ahora mismo no tiene competencia. La tendrá antes de abril de 2016, cuando Honda tenga listo un modelo similar, y a partir de 2017, que es cuando Nissan se sumará al tridente japonés.
Resultados a medio plazo
Si todo va bien, en 2020 los FCV estarán más que consolidados en el mercado gracias a la creación de una infraestructura de estaciones de hidrógeno lo suficientemente amplia y sólida como para que los potenciales clientes no tengan dudas.