Tengo que reconocer que es una de las transformaciones más sorprendentes que he visto en mi vida, por lo menos en lo que a automóviles se refiere. Como puedes ver en la galería de imágenes que ilustran este artículo, la Volkswagen Transporter de color negro que nos ocupa pasó por un taller de Glasgow para convertirse en una furgoneta vieja y oxidada. La receta fue sencilla, pero cocinarla les llevó su tiempo.
Una obra de arte
Los chicos de Clyde’s Wraps se pusieron manos a la obra para satisfacer los deseos del dueño de la Transporter. Era un pedido muy extraño, pero se ganan la vida con eso y como mínimo estaban obligados a intentarlo.
Lo primero fue tomar las medidas exactas de la furgoneta. Altura, anchura y longitud de casi todo, porque las ventanillas, los paragolpes o los grupos ópticos influían en la creación del vinilo más roñoso de la historia de la automoción.
Llamó la atención de la policía
Uno de los diseñadores de Clyde’s Wraps ha contado una divertida anécdota a través de su página web. Comentan que la policía paró al propietario de la Transporter para preguntarle por qué tenía tanto óxido. La respuesta sonaba a broma, pero los agentes no tardaron en darse cuenta de que todo era una simple apariencia. Y visto lo visto, el objetivo del propietario, que no era otro que proteger su furgoneta de los ladrones, se cumplió con creces.