Fernando Alonso está harto. El bicampeón mundial de Fórmula 1 echa de menos aquella adrenalina que corría por su cuerpo años atrás. Dejando a un lado que en los últimos años no ha tomado muy buenas decisiones a la hora de elegir escudería, el asturiano considera que la máxima competición del mundo del motor ya no es lo que era. Y no es el único.
Por eso a nadie le han sorprendido sus declaraciones previas al Gran Premio de Bélgica que se celebrará este fin de semana en el mítico circuito de Spa-Francorchamps.
En busca de placer
Quiere verse en un monoplaza rápido y divertido, experimentando sensaciones lejanas. El restrictivo reglamento ha limitado la capacidad de los fabricantes y ha cortado las alas a los pilotos, que en vez de vivir en una época de evolución, se ven inmersos en una época de retroceso:
El año que viene es una incógnita. Si los coches son emocionantes de conducir seguramente seguiré más años, pero si no cambian y me siguen dando esas sensaciones de los últimos años seguramente pare. No tiene nada que ver con ser competitivo, con ganar un campeonato o no. Ahora no disfruto estos coches, para mí ya no son rápidos ni divertidos.
El año que viene acaba su contrato
El ovetense, que en su día firmó tres años con McLaren-Honda, tomará una decisión definitiva a finales de 2017, que es cuando expira su contrato. Le da pena que ahora solo se piense en ahorrar combustible y neumáticos, ya que eso «va en contra del espíritu de los pilotos». Considera que los motores turbo son menos extremos que los de 2009, aunque no ha querido pronunciarse sobre si son mejores o peores. Ha preferido ser diplomático sin morderse en exceso la lengua. Es lo que tiene ser uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 de la historia.