El pasado martes pasará a la historia por ser el primer día en el que se realizó un examen de conducir en un centro penitenciario español. Era un examen teórico y fue completado en la prisión de Ocaña, en Toledo. Afortunadamente no será una anécdota, sino que se convertirá en algo habitual en las cárceles de Albolote (Granada), Madrid I, Arrecife (Lanzarote), Ávila, Burgos, Castellón, Córdoba, Huelva, Bonxe (Lugo), Nanclares (Álava), Ocaña II, Orense, Topas (Salamanca), Valladolid y Villabona (Asturias).
En total se pretende que sean los 69 centros dependientes del organismo de Instituciones Penitenciarias los que hagan estos exámenes. El organismo estatal y la CNAE (Confederación Nacional de Autoescuelas) han llegado a un acuerdo para que los presos puedan tener el carné de conducir una vez obtengan la libertad (todo sea para ganar más dinero). Según las estadísticas, un 31,4% de los encarcelados no tiene carné, por lo que son potenciales clientes.
Tanto los profesores como los examinadores deberán trasladarse hasta las cárceles periodicamente. Lo peor de todo serán las clases prácticas y el examen práctico. Se llevarán a cabo en las calles de las ciudades y sólo serán posibles siempre y cuando vaya en el coche un agente de la ley, no vaya a ser que a más de uno le dé por fugarse.
Lo que falta por saber es si habrá algún tipo de financiación o subvención especial para estas personas que cumplen condena.