Los coches híbridos mejoran la eficiencia energética en la conducción y el transporte, tratan de minimizar las pérdidas de ineficiencia como rozamientos mecánicos, resistencia aerodinámica o motor al relentí. Un híbrido tiene por objetivo ahorrar energía al máximo.
Los coches híbridos tienen varios componentes para que puedan funcionar. Poseen un motor térmico de baja cilindrada (gasolina o diesel) y otro eléctrico conectado a la transmisión o empujando directamente las ruedas. También es vital el generador que recupera energía en las frenadas, retenciones y aceleraciones en las que el motor térmico funcione con más potencia. Fundamentales son las baterías que suelen ser de plomo-ácido (Pb), níquel-metal híbrido (NiMh), níquel-cadmio (NiCd) o ión litio.
El arranque de un coche suele venir por el funcionamiento del motor eléctrico, ya que se utiliza para mover el coche en pocas revoluciones. En ese sentido, la transición de parado a movimiento es muy suave. En la aceleración, como el motor térmico es de poca potencia, el eléctrico se activa para impulsarlo durante el tiempo requerido. De este modo el consumo de combustible es notablemente menor.
Por lo tanto, por ciudad únicamente trabaja el motor eléctrico ya que no requiere una gran velocidad, mientras que por carretera el motor térmico es el que empuja al vehículo, ayudado por el motor eléctrico cuando la superficie tiene pendiente, en cualquier caso se van recargando las baterías en los excedentes de potencia del motor térmico. Durante el frenado, el generador convierte el movimiento del vehículo en electricidad para recargar baterías.