«Ligero, rápido, vivo, presto a moverse deprisa y enseguida…» Todo eso significa el término inglés, «Swift», en castellano. Da una idea de lo que se espera del utilitario de Suzuki en cualquiera de sus motores. Nunca se debe entender que, salido de fábrica, es un deportivo, pero sí que los estímulos sensoriales de la persona que conduce son más intensos que en otros vehículos de su mismo nicho.
La cuarta generación, añada 2017, ha de alabarse por conservar el sentido común y perseverar en una fórmula que funciona: coche pequeño, apenas mil kilos de peso, maniobrable en calles, consumo bajo, presentación sin pomposidad, materiales duraderos, sencillez, equipamiento profuso. Y divertido.