Lanzada con la vitola ‘2017’ en los formatos cinco y siete plazas, la cuarta generación añade ahora un motor nuevo de gasolina, redibuja su hocico un poco y suma dos colores más: un azul glauco y un rojo que está entre el vino tinto y la cereza. Las llantas de veinte pulgadas de serie en cualquier acabado siguen ahí.
Es la viajera en familia, la que nos lleva con los bártulos a bordo, nos echa una mano en las mudanzas y se la ve tan feliz cuando vuelve del pueblo, cargada de embutidos, hortalizas, dulces, conservas, frutas y garrafas vermú; la Scénic, sí, en unos meses cumple veinte años. Y ahí la tenemos, desacomplejada; resistiendo el acoso de sus congéneres que la miran de través, porque no se viste de todocamino.