Cuando se empezó a comercializar por primera vez, en noviembre de 2008, el Opel Insignia enamoró a muchos clientes que se lanzaron a por él a la desesperada. Significó un soplo de aire fresco para la firma alemana, que no atraviesa precisamente sus mejores años. Se convirtió en el buque insignia por razones que van más allá de su nombre y en Rüsselsheim se las prometían muy felices.

Con el paso de los años el modelo ha recibido alguna que otra actualización, pero ese encanto que tenía se ha ido perdiendo. Ha dejado de ser el más vendido con diferencia en países como España, donde ahora mismo tiene que vivir a la sombra de otros dos modelos más económicos y consolidados en el mercado: el Astra y el Corsa.

Tal vez por ello esta próxima renovación era obligada. Con ella tratarán de volver a la época dorada del Insignia actualizándolo a todos los niveles: estética, motorización, equipamiento… El nuevo Insignia, que por cierto ha visto la luz en el Salón del Automóvil de Frankfurt que todavía no ha cerrado sus puertas, está preparado para dar batalla durante este otoño.
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