Al Clio le está pasando lo mismo que al Peugeot 208; a la chita callando ambos se van consagrando como objetos de deseo dentro de los utilitarios. No han necesitado un marketing con innumerables personalizaciones ni ninguna campaña que los vendiese con una etiqueta de producto de lujo. Sólo cuentan con haber acertado en el diseño y con haber apostado por soluciones mecánicas muy abiertas y bastante actualizadas.
En la franja de los precios, el Clio o el 208 no son baratos, pero tampoco el cliente siente que alguien le está tomando el pelo. La edición limitada ‘Graphite’ nos ha gustado por su gracia, finura y distinción, y su atractivo radica en que no necesita cientos de caballos para hacer que las cabezas se giren a su paso. Repito, no es barato. Pero tampoco una estafa.
Desgranemos esta trajeada interpretación del Clio.
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