Lo anunciamos a finales de enero y ya es una realidad que va a tener repercusiones negativas de inmediato. España ya ha dejado de recibir petróleo iraní. El país persa ha decidido suspender de forma unilateral la exportaciones tanto a nuestro país como a Grecia. Además, Italia y Alemania podrían ser los próximos países que dejarán de recibirlo.
Desgraciadamente que se haya cortado el grifo iraní no es una buena noticia. A corto plazo se espera una nueva subida del litro de carburante y no precisamente leve. Esto, sumado a que el país se encuentra en una crisis económica de la que no parece poder salir, podría tener consecuencias terribles. Muchos ciudadanos tendrán que empezar a pensar en el transporte público como única alternativa para desplazarse. Lo que hace unos años era un «no» rotundo por parte de muchos acostumbrados al coche, ahora empezará a verse con buenos ojos. Ir en coche volverá a ser algo reservado a los ricos, como cuando se empezaron a vender las primeras unidades.
Lo que también podría encaracerse como consecuencia de ello es el precio de otros muchos productos. Esto es así porque los transportes se encarecerán y el precio final de los mismos subirá. En definitiva, y sin ánimo de ser demasiado catastrófico, todo serán consecuencias perjudiciales para la población.