En la tierra de los zares pasan cosas muy raras. Solo hay que darse una vuelta en coche por Moscú para tener muy claro que un publicitario ruso jamás se hubiera inventado el mítico claim de BMW que todos hemos escuchado alguna vez: «¿Te gusta conducir?». Más que nada porque jamás se le hubiera ocurrido algo así basándose en su propia experiencia.
El típico matón y los errores de novato
El último ejemplo de lo peligroso y estresante que puede ser conducir por Rusia acaba en un accidente sin consecuencias. Tonto, muy tonto, pero sin que tengamos que lamentar víctimas o coches destrozados.
El conductor que lo graba todo hace una maniobra de cambio de sentido que no parece ser muy legal, pero en cualquier caso no da la sensación de ser el único que decide dar media vuelta por donde le place. A su izquierda aparece un BMW Serie 3 conducido por un hombre que por lo visto tiene ganas de decirle cuatro cosas.
Le supera, se cruza justo por delante y se detiene. Su conductor quiere bajarse con cara de pocos amigos, pero justo en ese momento se da cuenta de que no ha activado el freno de mano. ¿Tal vez por culpa de lo confusa que es la palanca de los BMW que montan transmisiones automáticas? Quién sabe, pero el caso es que se sube otra vez corriendo y detiene el coche como es debido antes de que se produzca una desgracia.
Ese despiste lo aprovecha el conductor que lo está grabando todo para zambullirse, pero su maniobra de giro hacia la izquierda termina con un leve toque con otro coche que circulaba por el carril contiguo. Es entonces cuando el matón del Serie 3 decide volver a su coche para dejar que los dos implicados en el toque se aclaren con el parte.
El problema de los conductores rusos es que son de muy mala aptitud para conducir y por eso causan esos accidentes tan estúpidos.