Cuesta dejar de reírse y seguir escribiendo… Vamos a ver: cuando conduzco por una carretera de montaña y escucho acercarse el ruido atronador de un puñado de motociclistas de los que salen en grupo, aminoro la velocidad y me hago a un lado para verlos bien. Me encantan; todos con sus monos, cascos y máquinas espectaculares disfrutando de las curvas. Me dan envidia. Ahora, con esas pequeñas cámaras Go-Pro que se pueden enganchar en el casco o en cualquier parte de la moto, abundan vídeos bastante impresionantes. Pero también pifias como ésta, y es que hay que ser bobo.
Es lo que los ingleses llaman un “fail”, cuando haces algo tan absurdo que termina en un ridículo espantoso. En la era de Youtube, esto es fatal, porque en doce horas medio planeta llora de lo ganso que has llegado a ser.
Lo primero, por ir haciendo el animal en una zona periurbana. Lo segundo, por subirse a una máquina de gran cilindrada ataviado con una camiseta de tirantes (no da tiempo a fijarse si también lleva chancletas, pero no me extrañaría). Y lo tercero por ponerte a hacer cabriolas de X-Games sobre una rueda justo detrás de un coche de policía y no darte cuenta.
Primer ganador de los premios Motor a Fondo
El policía te ve, pero tú sigues con tu espíritu libre, pensando que todos los que miren alucinarán con tu pericia. Al agente no le parece ni divertido ni admirable, de manera que enciende las sirenas y empieza a frenar el coche para detenerte. Y tú sigues sin verlo, haciendo tu “wheelie” acrobático, y vas y te comes el maletero del coche policía.
Toda la caterva de pilotos del mundial de GP que te acompaña, desde luego, sale gas a fondo cuando el “officer” salta del vehículo para ponerte de morros en el suelo con unas esposas. Y ninguno te espera para ver si estás bien o te has rascado las rodillas contra el asfalto.
Conductores temerarios en coches y motos… Hay tantos que no sé si se cuentan por millones o billones a escala planetaria. Pero siempre hay uno más tonto. El premio Motor a Fondo del motorista más tonto se lo lleva el tipo del vídeo. Hay que verlo hasta el final, porque la parte que pasa en cámara lenta es antológica.