Aquello que fuere rumor, queda esclarecido por Mazda. El MX-5 se retoca el año que viene. Por fuera, poco hay que remover, porque el coche sigue igual de bonito y pinturero que en el 2015. Se añadirán algunos paquetes de complementos estéticos, como el acabado ‘Caramel Top’ y se remoza ligeramente el cuadro de instrumentación. En el salpicadero, lo más importante es que, por primera vez, un MX-5 tendrá un volante regulable en profundidad y altura, para que se acople mejor a la anatomía de la persona que conduce.
Cambios mecánicos para mejorar sus prestaciones
El quid de esta actualización, pues, no está en los colores y llantas nuevas, sino en las tripas. El 1.5 de 131 CV actual ganará un caballo por obra de rectificaciones en los inyectores. Aunque la evolución fuerte está en el 2.0 SkyActiv 160 CV.
Este motor robará del propulsor 2.5 litros que anima al Mazda6 y al CX-5 su cuerpo del acelerador, con lo que su capacidad de revolucionarse subirá hasta las 7.500 rpm. En el embrague, el volante bimasa tendrá aún menor inercia. Entre unas bielas y unos pistones nuevos, se han sacudido 68 gramos de encima. Las válvulas son más grandes y el sistema de escape es nuevo o rectificado en casi todos sus tramos. El resultado es que, de los 160 CV iniciales, pasará a 180 CV.
Mazda busca rizar el rizo, y hacer todavía más placentera la conducción del roadster de roadsters.
Más equipamiento
Lo que no me sonríe demasiado es que el paquete informático i-Activsense será de serie, y no podremos librarnos de los sistemas de aviso de cambio de carril, ni las frenadas de emergencia automáticas por detección de peatones y el reconocimiento de señales de tráfico. Esto, por supuesto, implicará un aumento del precio de venta que está por determinar.
Nota del redactor: todas las incertidumbres mecánicas, como es costumbre en Motor a Fondo, nos han sido aclaradas por el Centro Técnico Pericial DAXAL.