Se les removía algo por el estómago al no haber batido el récord que estableció el Bugatti Veyron Super Sports, que con sus 431 km/h de velocidad punta presumía de ser el coche de producción más rápido del mundo. Por eso en Hennessey Performance han continuado con la puesta a punto del Venom GT, un modelo que en abril del año pasado alcanzó los 427,6 km/h. Se quedaron muy cerca del récord, pero ahora por fin pueden decir que son los reyes de la velocidad.
1.244 CV para ser un cohete con ruedas
El motor de la bestia lo explica todo. Es un enorme 7.0 V8 LS7 de origen General Motors que entrega 1.244 CV de potencia. El original se conformaba con 505 CV, pero la doble turboalimentación y otras modificaciones le han permitido crecer todavía más.
Hablamos de una relación peso/potencia de 1 kg/CV. Si a eso le sumamos que aerodinámicamente es un privilegiado, no es muy difícil explicar que pueda volar sobre el asfalto. De hecho, puede acelerar de 0 a 300 km/h en lo que podría tardar un Dacia Sandero en alcanzar los 100 km/h desde parado. En solo 13,63 segundos ya va a 300, pero si sigues acelerando puedes irte hasta los 435,3 km/h que establecen este nuevo récord con sabor 100% americano, cómo no.
Sin reconocimiento oficial por parte de Guinness World Records
A pesar de los pesares, los responsables de los Guinness World Records no le incluirán en su famoso libro hasta el momento. Esto es así por dos motivos:
– Para que el récord sea válido es necesario dar dos pasadas, una de ida y otra de vuelta. Lo exigen para compensar la incidencia del viento, que era de 5 km/h cuando el Venom GT realizó su última hazaña. El Kennedy Space Center no se bajó del burro y solo les dejó dar una pasada.
– Para ser considerado como modelo de producción es necesario que se fabriquen 30 unidades. Del Venom GT se fabricarán 29 unidades, 11 de las cuales ya han sido entregadas.
Esto explica que el certificado de Racelogic no es suficiente para entrar en el Guinness World Records. ¿Os parece justo?