El Aston Martin DB5 es una reliquia de 1963 que se dio a conocer un año después gracias a la interminable saga de 007. James Bond, o mejor dicho Sean Connery, lo condujo y el valor del modelo en el mercado se disparó por completo, algo parecido a lo que sucedió con toda la empresa. Lo utilizó para ‘Goldfinger’ y ‘Thunderball’, dos películas que todavía están en la mente de muchas personas.
Hace dos años el modelo en cuestión se vendió por 4,6 millones de dólares en una subasta celebrada en Londres. Ahora volverá a estar al pie del cañón porque a Sam Mendes le ha parecido oportuno. El director de cine británico lo ha incluido en el reparto de ‘Skyfall’, un film que se estrenará el próximo 31 de octubre.