Por increíble que parezca, los creadores del SRT Viper están tranquilos ante las pobres ventas que está registrando el superdeportivo americano. A principios de octubre ya os comenté que la producción pasó de 9 a 6 unidades diarias en la factoría de Conner Avenue, un indicador de que las cosas no están funcionando tan bien como preveían.
Ralph Gilles, jefe de SRT, ha comentado que la planta se encuentra funcionando a destajo para fabricar cientos de unidades que ya tienen dueño. No sé si deberíamos creernos lo que nos dice o qué, pero lo que está claro es que algo falla.
Para él la culpa no la tiene el coche. Está convencido de que han creado una máquina perfecta que debería venderse igual de bien que el Chevrolet Corvette Stingray. Por eso culpa a los distribuidores de un mal planteamiento que hace que sea imposible convencer a clientes que no saben en qué coche invertir los 140.000 dólares que les sobran.
Opina que no puedes ofrecer un coche ya montado a quien necesita sentirse más exclusivo. Por eso apuesta por la comprensión, por escuchar a los clientes para saber que necesitan y concederles todos sus deseos. Se refiere, en definitiva, a que puedan elegir el color, la línea, el paquete y el interior que más les gusta sin que el vendedor les sugiera nada.
Veremos qué es lo que sucede con el SRT Viper en los próximos meses. Los accionistas y los directivos de Chrysler no estarán tan contentos como el señor Gilles después de vender 495 unidades hasta julio.