Una vez se toma la decisión de comprar un vehículo es porque uno ya ha calculado con anterioridad cuál es el presupuesto, es decir, cuánto se puede gastar. Esto parece per se una limitación derrotista, y el argumento más goloso que esgrime una persona que se equivocó al elegir es “no tengo el coche que quiero, sino el que puedo pagar.”
Falso.
Aquí, de lo que se trata es de plantearse unas preguntas que si se responden cabalmente te conducen a un coche que te satisface. De modo que vamos a hacer este ejercicio de introspección y –esperemos– ayudemos a alguien a optar por la opción precisa, acertada.
Este artículo no le será válido a quien busque un vehículo de ocio sin un techo en la cifra y que desee darse el placer de conducir lo que le apetezca. Si puede costeárselo, bien por él o por ella.
Sólo es apto para personas que únicamente necesitan un coche y lo han de usar para todo. Y no importa que sea de primera o segunda mano.
Hay que partir de cinco dogmas o afirmaciones científicas irrefutables:
Primera ley del comprador de coches:
Todos los coches son muy caros. Puede que el precio de venta parezca menor, pero luego está el número de kilómetros entre revisiones, si lleva correa de distribución o cadena, la obligación de comprar los extras en “packs” en lugar de individualmente, las condiciones financieras…
Al final del laberinto, cuando el vehículo tiene cinco años, te darás cuenta de que el precio entre una marca y otra es prácticamente idéntico.
Segunda ley del comprador de coches:
Todas las marcas fabrican buenos productos a día de hoy y emplean piezas que vienen de todo el mundo. No hay un coche 100% francés, o japonés, o inglés…
La obsolescencia programada es idéntica para todos. Hasta los siete años o 150.000 km. tienes coche seguro. Otra cosa a tener en cuenta es que en el ensamblaje de un automóvil intervienen muchas personas. Y es posible que alguna haya cometido un fallo. Por lo tanto, de tanto en cuanto, sale una patata podrida de la cadena de montaje. Pero olvídate de los mitos sobre quién fabrica mejor.
Tercera ley del comprador de coches:
Los coches acumulan listas de pequeños fallos cuando son lanzados al mercado. El fabricante va anotando quejas y defectos detectados en sus talleres de posventa y luego va añadiendo ligeras correcciones en la cadena de montaje hasta que, en tres años, el coche ha alcanzado su madurez en fiabilidad y tecnología. Nunca compres un modelo recién aparecido.
Cuarta ley del comprador de coches:
Crees que tu gusto estético es tuyo y de nadie más. Error. Una persona en una ciudad grande recibe inconscientemente 600 impactos publicitarios al día. Las carrocerías que te atraen son las que mejor marketing han tenido. Un coche puede parecerte poco atractivo y descubrir con el tiempo que lo adoras. No mires tanto por fuera, y mira más por dentro.
Quinta ley del comprador de coches: Diesel, gasolina o híbrido
La mejor manera de responder a esta pregunta es con un ejemplo al azar. He elegido el Peugeot 308 porque es un modelo bastante nuevo y que se ha vendido bien desde que se llamaba 306. Además está dentro del segmento de los coches compactos, que en España hasta la fecha son los más demandados.
La verdad, podría haber elegido cualquier otro. Nadie me paga para hacerle publicidad.
Este Peugeot 308 lo he configurado en su acabado medio (Active), con su potencia media (125 CV gasolina y 115 CV diesel) y no le he añadido ningún extra ni opciones.
El gasolina cuesta 19.097,45€. El diesel vale 2.099,55€ más.
Si el kilometraje medio es de 15.000 km (bastante usual en las estadísticas), aplicando la fórmula matemática que emplea la DGT para averiguar la amortización de costes resulta que le has de hacer más de 120.000 kilómetros en 8 años. Eso es sólo en lo que respecta al consumo, y se ha hecho el cálculo con el precio del coche y con el precio que hoy tenía de media el Diesel A y la Gasolina 95 en España.
Cuando añades el sobrecoste de los seguros de vehículos diesel, el sobrecoste de las revisiones, el sobrecoste de las reparaciones más caras, el sobrecoste de los impuestos de matriculación y circulación, el sobrecoste de las inspecciones técnicas más caras en los diesel… La versión e-HDI no estará amortizada antes de 15 años.
El diesel sólo sale a cuenta a personas que pasan de los 30 o 40.000 km al año. Para ese público, entonces, es muy recomendable.
En el caso de los híbridos, donde la diferencia de precio de venta es mucho mayor, la única forma de amortizarlos fácilmente con este kilometraje medio es que el 80% del uso sea dentro de la ciudad. Si mayormente haces viajes largos de carretera y autopistas, contando con que el seguro y los impuestos son iguales a los gasolina, la amortización para un uso medio de kilómetros será igual de inoperante que en la de un diesel.
El cuestionario
Ahora ya tienes la receta. Responde con honestidad a estas preguntas, negocia y regatea en un concesionario, y encuentra tu coche.
– ¿Para qué uso el coche y cuántos kilómetros hago?
– ¿Necesito un coche tan grande?
– ¿Tiene la potencia que me hace falta o puedo elegir menor motor y menores precios de impuestos y seguros?
– ¿El tiempo y kilometraje entre las revisiones rutinarias es amplio?
–¿Posee el equipamiento que necesito, puedo añadirle una cosa puntual o me obligan a adquirir ‘packs’ o ‘kits’ que francamente no me van a ayudar?
– ¿Lleva el coche el suficiente tiempo en el mercado como para que sea un modelo maduro?
– ¿Me ofrecen una buena cobertura de garantías?
A partir de aquí, deja los prejuicios sobre marcas a un lado, abre un poco la mente y descubre algún coche en el que, hasta ahora, jamás habías pensado.