Estamos acostumbrados a que la industria se haya habituado a poner las puertas de acceso a los coches en los laterales, para así dejar espacio al maletero y al motor. Sin embargo, esto no siempre ha sido así y, aunque parezca increíble, fueron cuestiones de comocdidad las que llevaron a algunos fabricantes a idear puertas en el frontal o en la parte trasera para sus vehículos. ¿Podrían bajarse las ventanillas o se arriesgarían comer demasiados insector voladores?
Martinette prototype – 1948
El prototipo Martinette fue un pequeño automóvil lanzado en 1948 por la compañía ‘Martin Development Laboratories’ de Rochelle Park (Nueva Jersey), propiedad del hombre que patentó el neumático sin aire para aviones: James V. Martin.
La pasión de Martin por la aviación se nota en algunas características del coche, como el chasis de aluminio rectangular inspirado en los primeros aviones de la Guerra Mundial, y la posición de sus tres ruedas. Portaba un motor de helicóptero Hércules de 4 cilindros y 172 km/h de velocidad máxima, así como piezas de un Studebaker Avanti y de varias motocicletas Harley Davidson. En 1950, la casa Martinette lanzó una versión hecha de madera llamada ‘Martin Stationette‘ en el Concours d´Elegance Isla de Amelia en 2008. Hoy, este peculiar biplaza conceptual descansa en el museo de la aviación de Garden City (Long Island), no muy lejos de Nueva York.
BMW Isetta 300 – 1957
Si has visto la famosa serie de humor americana ‘Cosas de Casa‘ con el metepatas de Steve Urkel como protagonista principal, sabrás que aquél empollón coleccionista de quesos y enamorado de Laura Winslow guardaba un BMW Isetta de segunda generación (1957) en su garaje. No obstante, la historia de este modelo está lejos de ser una historia humorística. En la Europa de la postguerra (1954), los microcoches reflejaban el triste ambiente económico que sufrían las familias.
Debido a esto, no muchos podían pagar un Mercedes-Benz 300 SL, por lo que un Isetta de 2,28 metros de longitud estaba destinado a tener un papel importante en la clase obrera. Este llegó con un pequeño motor de hasta 12 CV de potencia y 4 velocidades capaz de alcanzar los 85 km/h, además de incorporar una enorme puerta de acceso y la opción de elegir un modelo 3 o 4 ruedas. Su tercera generación (1957) no consiguió el éxito esperado y en 1959 BMW abandonó su producción.
Dubonnet Dolphin – 1936
Son muchos los concept cars de diseño «gota» que han pasado por la historia, el Arrowhead Spring, el Talbot Lago T150C-SS, el Schlörwagen o ‘Pillbug’, el Dimaxion, etc. Sin embargo, ninguno llamó tanto la atención como el Dubonnet Dolphin, un coche con forma de pez.
Montaba un motor V8 Watford (empresa resultante del convenio Mathin y Ford) de 3.7 litros y 72 CV de potencia, montado justo detrás de los pasajeros. Este sedán tenía puertas convencionales en la parte trasera, pero la entrada del conductor y su acompañante estaba situada en la parte delantera. En Montlhery (Francia), el ingeniero y playboy Andrè Dubonnet consiguió llevar el modelo a los 173 km/h en su primer test sobre el asfalto. Hoy, reposa en un stand del museo ‘Fundación Peter Mullin’ en Estados Unidos.
Zundapp Janus – 1950
Aunque la empresa alemana Zundapp se dedicaba únicamente al desarrollo de motocicletas, unos años después de terminar la Guerra Mundial sus dueños soñaban con un coche económico que diese movilidad a la clase obrera. Así en 1930, el famoso Ferdinand Porsche colaboró con la sociedad de Neumayer, Krupp AG y la industria Thiel (dueños Zundapp) en los primeros planos del modelo Janus 250.
Después de dos intentos fallidos, éste llegó en 1950 con un estilo muy similar al Isetta aunque un poco más extraño. Tenía dos puertas de entrada, (una delante y otra detrás del vehículo) y dos asientos opuestos, uno detrás del otro, por lo que sus ocupantes nunca se mirarían a la cara. El modelo nunca llegaría lejos, menos aun con un pequeño motor de motocicleta mono-cilíndrico de dos tiempos con 245 cc y 14 caballos.
Heinkel Kabine 150 – 1956
Cuando el diseñador de aviones Ernst Heinkel vio por primera vez el BMW Isetta, decidió que podía dar un paso más allá utilizando sus conocimientos en el campo de la aerodinámica. Así, la quintaesencia del «coche burbuja» nació en 1956 bajo el nombre de Kabine 150, una destilación del Isletta y el Messerschmitt, aunque más elegante y con un motor más económico que los modelos de entonces: un Heinkel de 4 tiempos y 10 CV de potencia.