Me decía esta mañana un compañero que Citroën no puede hacer coches tediosos como los Volkswagen; estaba perplejo con las fotos del C6 que se ha presentado en China. Tengo que decir que estoy bastante de acuerdo con él, un Citroën grande siempre ha sido un acúmulo de ideas excéntricas y de innovaciones, y el Gen 2 está cocinado sin sal, como el mejor de los Passat.
Se excusan los franceses con pretextos de clasicismo entre los gustos asiáticos. El C6, en un principio, no ha de pisar Europa. Pero creo que no estamos exentos aquí de electroencefalogramas grises. De querer vender en cantidades grandes, es plausible que este C6 hiciera los números que el modelo seminal no hizo en la Europa Norte, Central y Meridional.
Poco más de 200 CV
Elongado hasta los cinco metros y poco, con un aire de comedor en el habitáculo, el C6 II tiene un cambio automático de convertidor de par que inclina a las siestas largas en el asiento de atrás. El motor, haciendo hincapié en que el término va en singular, es un 1.8T con 204 CV.
Este bloque y con palanca manual, si es que retuvieran algo de pasión en las oficinas de PSA, lo engarzarían al C4 y tendríamos un compacto tibio que estaría lo bastante separado de los Peugeot 308 para no estorbarse; un canto de cisne antes de saltar a la siguiente iteración de los Citroën medianos.
Nada nuevo
La promoción del C6 se está haciendo con un coche pintado de blanco urinario y con tapicerías beige de chaise longue; un producto más somnoliento es complicado de imaginar si quitamos de la ecuación el VW Passat y el Skoda Superb. El tiempo no arregla las cosas, más o menos te va haciendo inmune a ellas; el C6 de segunda rama irá acomodándose entre los euroasiáticos, pero cuando alguien piense en un C6 le vendrá a la cabeza el primero de ellos. Por mi lado, difícilmente volveré a redactar nada acerca de este monolítico tributo al aburrimiento.
Citroën ha entrado con flojera en el Salón de Beijing, lo más audaz es una versión eléctrica para el sedán C-Elysée que, me figuro, tampoco vendrá a Europa, salvo que algún noruego se lo quiera hacer importar por Courier Express o UPS. La urgencia por la conversión a la electricidad de los coches es materia que preocupó al presidente chino dos años atrás, ante los dedos acusantes de las organizaciones medioambientales; Citroën y los demás, viendo el hueco industrial, se afanan para dar movilidad eléctrica al país.