Ocurrió en Bergholz, una localidad situada al noroeste de Alemania. No sabemos si la cigüeña se enfadó porque se quedó sin trabajo y ya no llevará niños a las casas. Tal vez sea porque le han ofrecido uno de los minijobs que tanto se llevan por allí (y cada vez más por aquí). Lo que sí es seguro es que al menos cuatro vehículos acabaron con las puertas y ventanas destrozadas.
Todo el mundo creía que era una broma
Los responsables de los talleres mecánicos de la zona estarán encantados con lo que ha sucedido, pero las aseguradoras y los propietarios de los vehículos afectados no han podido hacer otra cosa que llevarse las manos a la cabeza.
No fue un macarrilla de 16 años el que se cebó con los coches, sino que fue un animalito con un pico muy largo el que fue dejando su sello para sorpresa de todos. Y lo peor para la cigüeña es que hay pruebas, así que ya puede ir preparándose para el juicio.
Ulrich Kersten, el alcalde de la localidad, estima que por cada coche los propietarios tendrán que pagar unos 1.000 euros para repararlo. Los expertos creen que sufrió una «crisis de identidad» al verse reflejada en los cristales, motivo por el cual empezó su festival de picotazos.
Máxima protección por si acaso
Los habitantes de Bergholz han aprendido bien la lección y han colocado mantas en las puertas y ventanas. Es la única forma de evitar otra noche de vandalismo aviar hasta que llegue la temporada de migración (en agosto y septiembre vuelan hacia el sur en dirección a África).