
Día un poco nublado en Montmeló, un circuito estrecho y que apalea bastante a los neumáticos, particularmente el delantero izquierdo. Pirelli no especuló con las gomas y eligió los blancos y los naranjas, es decir, medios y duros. Y eso que todas las escuderías temblaban por tener que usar unas ruedas cuadradas hechas de granito que no le gustan a nadie y que, como se vio, todo el mundo estudió concienzudamente cuándo se las podía quitar de encima.
Al acabar, unas misérrimas décimas separaron a Hamilton de Rosberg, el resultado más ajustado entre los pilotos de Mercedes. Iban a estrategias distintas, pero son tan buenos los dos y los coches son tan alucinantes que, quien hizo la pole el sábado, cruzó primero la bandera a cuadros el domingo.
Creo que, aunque Hamilton casi pierde su ventaja en unas paradas más lentas, gestionó algo mejor el consumo de combustibe, y gracias a eso –por los pelos– resistió el asedio inclemente de Nico. Y ya se ha puesto el primero en la clasificación del mundial.
La rivalidad, los garrotazos entre familia, es la sabia de la Fórmula 1 2014. Porque en cuanto a separaciones entre cifras… Mercedes quedó a más de 30 segundos de Ricciardo, el tercero en el podio.
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