El Mazda CX-7 acaba de sufrir un pequeño restyling tras dos años de comercialización sin modificación alguna. El único SUV de la firma japonesa estrena motor diésel, experimenta cambios en el equipamiento y en las líneas exteriores y cuenta con acabados de mayor calidad. Todo ello manteniendo el mismo precio.

Para empezar, destacar los cambios estéticos que para mi entender le han hecho ganar muchos enteros a este modelos con difíciles competidores en el mercado. La parrilla frontal es más grande y cuenta con acabados cromados más visibles. Además, el sistema de refrigeración se ha visto favorecido por esa mayor dimensión.

El grupo óptico trasero ha sufrido una modificación no demasiado notable. Las luces difieren de las del modelo anterior pero siguen siendo de color blanco. Las llantas son nuevas y de 18 pulgadas, aunque también están disponibles las de 19 pulgadas para el acabado Luxury.

El motor es un 2.2 diésel que cuenta con 173 CV de potencia y acelera de 0 a 100 km/h en tan sólo 11,3 segundos, nada mal si tenemos en cuenta lo que pesa. La velocidad máxima alcanzable es de 200 km/h. El motor más potente disponible es el 2.3 gasolina turbo de 260 CV.

El interior es mucho más elegante en este nuevo restyling. La iluminación es azul , el volante es nuevo y con los mandos integrados y cuenta con una pantalla multifunción denominada MID. En ella se podrá conocer todo sobre el consumo, el mantenimiento, la navegación, la cámara de visión trasera… Es de 4,1 pulgadas en color o 3,5 pulgada monocromo.