La DGT ha seguido una política muy cruda en sus campañas de concienciación contra las imprudencias al volante. Los excesos de velocidad y el consumo de alcohol o drogas son los dos temas sobre los que han gravitado siempre los spots. Recreaciones duras y realistas de accidentes, testimonios reales de personas que han perdido gente en el coche, o que han quedado inválidas. Realidad documentada y plantada a los ojos del espectador esperando a que reacciones. Pero el debate sigue abierto, ¿sirven de algo?
Estos tres vídeos que vais a ver pertenecen a otros países, donde se sigue un enfoque psicológico similar. Detrás de todas las campañas hay siempre agencias de publicidad, y detrás de ellas, buenos directores que se aseguran de que el mensaje, ciertamente, lo recuerdes después de apagar la tele. Pero ¿cuándo se excede un límite?, o, más concretamente, ¿hay un límite en los esfuerzos para que la gente sea cauta?
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