A estas alturas poco se puede decir de Brabus que no sepas. Es uno de los preparadores más famosos de las últimas décadas por lo bien que trabajan con determinados modelos de Mercedes-Benz. El último que ha pasado por sus manos es un Mercedes-Benz Clase E 63 AMG que no necesitaba cambios significativos para ganarse el respeto en carretera, pero ellos han creído oportuno modificar su estética e incrementar las prestaciones que ahora mismo ofrece.
Kit aerodinámico y mejoras mecánicas
Lo primero ha sido diseñar un kit aerodinámico con el que es muy fácil diferenciarlo de un E 63 AMG convencional. Con él, la berlina de AMG luce unas impresionantes llantas de aleación de 20 pulgadas, y en el interior nos topamos con una preciosa tapicería de cuero que cuenta con varias inserciones de fibra de carbono y con el emblema «Brabus 850» grabado en los reposacabezas.
Lo mejor, sin embargo, se encuentra bajo el capó. Es ahí donde han centrado todos sus esfuerzos para que los 585 CV de la versión S (también está disponible con 557 CV) crezcan considerablemente. El motor V8 biturbo ha pasado de 5.5 a 5.9 litros, y la potencia se ha incrementado hasta los 850 CV a un mínimo de 5.400 rpm. Lo mismo ha sucedido con el par máximo, que pasa de 800 Nm a 1.450 Nm entre 2500 y 4500 rpm. Casi nada.
De 0 a 100 km/h en 3,1 segundos
La caja de cambios es automática MCT Speedshift de siete velocidades. Puede pasar de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos si la tracción es trasera, mientras que con la versión 4Matic (tracción total) lo hace en tan solo 3,1 segundos. La velocidad máxima es de 300 o 350 km/h en función de los neumáticos elegidos (Continental, Pirelli o Yokohama). Está disponible con carrocería sedán o familiar.
El consumo es lo que menos gusta. Son 7,9 l/100 km en carretera, 14,4 l/100 km en ciudad y una media de 10,3 l/100 km. Brabus ofrece una garantía de tres años o 100.000 kilómetros.