La mayoría de edad es una etapa que cualquier adolescente espera con ansias por las muchas oportunidades que supuestamente otorga el hecho de ser incluido entre quienes tienen más derechos, aunque también más obligaciones. Pero más allá de la breve lección de moralina que conlleva la consecución de los anhelados 18, la realidad es que el paso de un estatus a otro abre todo un universo de posibilidades a los jóvenes que, bien aprovechado, puede marcar un cambio sustancial entre el de previo a ser mayor de edad y el día de después.
Una de las cosas más esperadas por los adolescentes que ya se encuentran en posesión de las condiciones legales pertinentes es el carné de conducir, una herramienta que supone la libertad de movimiento, si se dispone de coche, eso sí. Pero incluso si el uso del vehículo familiar ha de ser compartido, disponer de este documento acreditativo siempre es una ventaja, así que, sea como sea, el objetivo es obtenerlo.
Para todos aquellos que se encuentren en esta situación, aquí se pueden leer algunos consejos con los que el sacarse el carné de conducir será una experiencia mucho más sencilla de lo que todos cuentan.
Constancia en los test
Aunque la parte teórica del carné de conducir es la más asequible en cuanto a dificultad, no debemos tomarla a broma, ya que de lo contrario puede jugarnos una mala pasada y acabar con un suspenso en este examen. Para que este primer paso sea totalmente llevadero, tener constancia en los test es algo fundamental. Y es que, incluso cuando pueda parecer aburrido, la teoría que con ellos se aprende es fundamental para que la práctica no esconda sorpresas desagradables. Además, la práctica de los test nos permitirá desarrollar la intuición necesaria por si el día del examen alguna de las preguntas es nueva o desconocida para nosotros.
Las autoescuelas del RACC inciden a sus alumnos en la importancia de dedicarle tiempo a los test, ya que no basta con prestarle atención eventualmente. De este modo, podemos estar seguros de que nunca estaremos preparados para presentarlos a la prueba teórica en ningún momento.
Sin prisas
En cuanto a la parte práctica, la mejor recomendación que podemos darles a los nóveles es que dejen las prisas en casa cuando comiencen las clases con un coche real. Nada importa si en algún momento de nuestra vida hemos cogido un coche y sabemos manejarlo, ya que pasar la prueba práctica no es cuestión únicamente de pedales y coordinación, sino de circulación. Por supuesto, tener en mente todos los conceptos teóricos que hemos aprendido será crucial para evitar fallos evitables que pueden echar por tierra el resto de buenas habilidades de conducción.
Aprender a conducir se trata de dominar y adquirir una serie de aptitudes fundamentales para no poder en peligro ni la propia vida ni la del resto de conductores, por lo que cada concepto que el profesor nos enseñe debemos tomarlo con seriedad. Si nuestra capacidad nos permite entenderlo desde el principio, bien, pero si no lo tenemos claro, tomarse el tiempo necesario para asumirlo es la mejor manera de asegurarse el aprobado.
Por otro lado, el consejo de desechar los nervios a la hora de afrontar la prueba es sin duda oportuno, pero no debemos confundirlo con perder la atención. La falta de una tensión mínima mientras dura el examen puede provocar un entorno distraído que aparte nuestro foco de lo verdaderamente importante, propiciándose entonces el contexto ideal para cometer fallos imperdonables que nos eliminen de la prueba sin lugar a réplica.