Hemos cumplido un trimestre desde que se validó la fusión PSA-FCA, un titán industrial bicéfalo y con más patas que un ciempiés, y que hemos de llamar a partir de ahora Grupo Stellantis.
Entre las primeras consecuencias sobresale la resurrección del Citroën C5; vendrá con una única carrocería, el mismo sabor que aquel C5 CrossTourer del 2014 y nada tendrá que ver con el concepto del C5 Aircross.
Es decir, estamos hablando de una berlina con hechuras de familiar y algunos goterones de pintura campestre. Bisbisan los murmuradores que el siguiente Ford Mondeo irá por la misma senda. Eso ya se verá.
Plataforma y motorizaciones
La plataforma que hace de esqueleto básico es la EMP2, la que se usa en el Peugeot 508 ‘2019’, el DS9 ‘2020’ y que entrará en el siguiente Opel Insignia; se presupone que lo de Opel será sobre los años 2022 y 2024. Hay más vehículos con esta osamenta, pero lo que subrayamos aquí es que funciona bien en modelos sedanes y berlinas familiares, con intenciones un tanto deportivas.
Citroën se suelta un poquito del discurso que reduce toda su publicidad a la palabra ‘confort’, y le da al modelo un aire más excitante que silvestre. De no interponerse mayores atrancos, llega a la calle alrededor de la Navidad del 2021.
Lo mismo que conocemos versiones electrificadas del Peugeot 508 y el DS9, el C5 X habrá de incluir el paquete de hibridación enchufable por encima de los 300 CV y tracción en las cuatro ruedas. Los otros bloques de impulsión, ya sean híbridos no enchufables, gasolina o diésel, y las transmisiones que se les acoplen, se han de comunicar todavía.
Viendo lo que ocurre en el tejado de sus vecinos, lo conjetura más sólida es que llegarían dos etapas de potencia de gasolina y tres de diésel. Y que el diésel menos bebedor sería el único que admitiría un cambio de marchas manual. A ver en qué resulta el misterio de los motores cuando se publique el catálogo oficial.
De grandes dimensiones y con un maletero muy generoso
El maletero es más grande que el del 508 SW y, por supuesto, mayor también que el cajón del DS9, puesto que el último tiene silueta sedán y no familiar. Citroën comenta el guarismo de 545 litros de capacidad mínima y la cifra lo coloca en la zona alta, sin llegar a ser un portento del almacenaje como, por ejemplo, un Skoda Superb Combi y sus 660 litros.
La suspensión variable entra en los planes y es lo evidente; Citroën jamás ha temblado a la hora de acoplarla a sus turismos y su experiencia se fecha en más de sesenta años. Jugar con los cuadros de instrumentación también es algo muy ‘citroënero’, aunque ya no sorprende a nadie que se lo jueguen todo a las pantallas y los proyectores de información sobre el cristal, sin un solo reloj.
Respecto al anterior C5 sedán que se fabricó, esta reinterpretación se estira de los 4,78 a los 4,81 metros, calcando casi casi al milímetro el C5 CrossTourer que mentábamos arriba. Se puede leer por algunos sitios que hay similitudes con un Subaru; nosotros estamos en desacuerdo, pues el Citroën es un coche tragador de kilómetros de asfalto y el Subaru reúne unos argumentos filosóficos que son de vehículo para trabajo en condiciones y lugares difíciles.