Días de máxima tensión los que se están viviendo en Figueruelas, donde Opel fabrica medio millón de coches al año. Resulta que los alemanes quieren pagar menos a sus trabajadores y exigirles que acepten más flexibilidad organizativa, todo ello con la amenaza de un cierre parcial que podría ser definitivo a medio plazo.
Los trabajadores están indignados
La indignación se puede palpar en el pequeño municipio de la provincia de Zaragoza. Basta con escuchar a uno de los trabajadores más veteranos del lugar para darse cuenta de que los directivos de Opel no han tenido mucha mano izquierda en este asunto: «Opel nos ha encabritado a todos. Ahora la mayoría pensamos que plantean la negociación como una cuestión de huevos. Pues a echarle huevos, y a ver si tienen suficientes como para cumplir su amenaza y llevarse media fábrica».
El poderoso vuelve a ganar
Hoy es la fecha límite para que se resuelva el entuerto y todo apunta a que la firma alemana se saldrá con la suya. A los empleados no les ha quedado más remedio que bajarse los pantalones, aunque solo aceptarán una rebaja de sus sueldos si se les adjudica la fabricación del Corsa.
Los sindicatos se han resignado porque entienden el miedo de los trabajadores. El trabajo precario es el pan de cada día en España y nadie quiere ir a engordar la cola del paro, así que la mayoría apuestan por apretarse el cinturón para contentar a los miembros del ejecutivo de PSA-Peugeot, que es el nuevo dueño de la factoría.
Habrá mayor flexibilidad organizativa y de turnos. Tendrán un sueldo base inferior y también verán recortados sus pluses, como por ejemplo los festivos, la nocturnidad o los calendarios especiales. Todo ello a cambio de que PSA-Peugeot les garantice un plan industrial sólido para los próximos años, lo que contempla la fabricación de futuros modelos en Figueruelas.