Travis Carpenter ha decidido compartir con todo el mundo el accidente que sufrió por subestimar el poder de la lluvia en la carretera. Iba conduciendo tan tranquilo con su música, cantando como si fuera un concursante de «La Voz», cuando de repente se vio sorprendido por un aquaplaning que no fue capaz de controlar (¿acaso se pueden controlar?).
Demasiado rápido, demasiado relajado
Viajaba de Indianápolis a Whitewater y lo hacía a la velocidad máxima permitida, o al menos eso es lo que nos cuenta en la descripción del vídeo que ha subido a YouTube. Sin embargo, los 113 km/h que no rebasó eran demasiados para el estado de la carretera, ya que estaba lloviendo a cántaros y el asfalto no podía estar más encharcado.
Uno de esos charcos no era un charco cualquiera. Era como una piscina que le llevó a perder el control de su coche. Los neumáticos se despegaron del asfalto y no tardó en darse una de esas natas que no olvidas en tu vida.
Se reventaron las ventanillas del lado izquierdo, la mochila que había colocado en los asientos traseros se elevó como por arte de magia y varios objetos salieron disparados hacia su posición. Afortunadamente no se hizo daño y su coche solo tendrá que pasar por el taller de chapa y pintura.
Espero que este vídeo sea ejemplar. Al volante nunca hay que confiarse, y menos cuando las condiciones climatológicas son tan desfavorables. Nunca sabes lo que te vas a encontrar a unos metros de distancia.
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