Han pasado 20 años desde que el Skoda Octavia empezó a comercializarse. La conocida berlina, presentada en el Salón del Automóvil de París de 1996, se convirtió en el primer modelo de la firma checa fabricado bajo el paraguas del Grupo Volkswagen. Su llegada no revolucionó el mercado, pero más de un entendido en la materia intuyó que iba a permanecer mucho tiempo entre nosotros.
Un poco de historia
Su desarrollo empezó en 1992, justo un año después de que Skoda se uniera al Grupo Volkswagen. Iba a estrenar una plataforma completamente con la ayuda de los ingenieros, que se basaron en la tecnología CAD (Diseño Asistido por Ordenador) para crear una carrocería robusta. El resto fue cosa de los diseñadores, que comandados por el Diseñador Jefe Dirk van Braeckel hicieron todo lo posible por crear un coche atemporal.
Cuando se puso a la venta, los clientes podían decantarse por tres motores distintos. Por un lado estaba el 1.6 MPI de 75 CV, un gasolina de cuatro cilindros que se erigió como la versión de acceso. El otro gasolina era mucho más potente, ya que era un 1.8 20V de 125 CV. La única opción diésel, o mejor dicho turbodiésel, era el 1.9 TDI de 90 CV, que por aquel entonces ya le permitía presumir de un consumo medio muy decente para la época: 5,1 l/100 km.
El primer Octavia familiar, el Octavia Combi, vio la luz por primera vez en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo de 1998. Lo lanzaron al mercado dos meses después y se dieron cuenta de que habían acertado. De hecho, un año después ofrecieron la posibilidad de adquirirlo con tracción a las cuatro ruedas.
El Octavia actual
La tercera generación, la actual, empezó a producirse en noviembre de 2012 en la planta de Mladá Boleslav, donde inauguraron una nueva línea de producción en un pabellón de 37.500 m2. De momento ya han despachado un millón de unidades de dicha generación, cinco si sumamos las unidades fabricadas de los Octavia I y II.
¿Por qué se llama Octavia?
Su nombre surge de un modelo que fabricaron entre 1959 y 1964 en Mladá Boleslav y Kvasiny, y del que llegaron a producir unas 364.000 unidades. Octavia significa «el octavo«, y en la era moderna de Skoda el Octavia era el octavo en incorporar la suspensión independiente, una tecnología que probaron por primera vez en 1933.