Estoy repasando los resultados en Sepang del año pasado, y aunque el escenario varíe en sutilezas, lo poco que ha cambiado le da un aspecto bien distinto al conjunto.
Continúa siendo una carrera sin actores ni cantantes, porque hace un calor espantoso, llueve cada día y a los invitados, me imagino, se les hace más simpático Singapur. Puestos a viajar por esa geografía, mejor en septiembre… Pero Malasia conserva, al menos para mí, la motivación de ser un lugar que azuza a pilotos, técnicos y máquinas, y que mide bastante bien los defectos y virtudes que se verán a lo largo del año en cada equipo.
Vettel
Viernes, sábado y domingo, los Ferrari cronometraron velocidades punta por encima de los Mercedes. Además, en carrera colgaron el cartel de ‘Vuelta Rápida’ en varias ocasiones. Con pinchazo de rueda incluido, Räikkönen se puso cuarto. Y Vettel adelantó a Rosberg en el asfalto.
El motorista italiano, al menos en esta segunda ronda del Mundial, estuvo para desbaratar el gobierno de Mercedes. Quedando once vueltas para despachar la visita a Malasia, Vettel le aventajaba diez segundos a Hamilton. Ya da la impresión de que las fuerzas están emparejándose.
En lo que la FIA comunicó, los Ferrari van más deprisa y gastan menos rueda. Pero los Mercedes beben menos combustible. Una cosa por la otra; iremos anotando en qué circuitos y en qué circunstancias los tecnicismos valen para llevarse los puntos. Pero en Sepang, a Vettel las gracias de su nuevo coche le dieron lo que necesitaba para volver a hacer el gesto del índice triunfante.
En cuatro ocasiones le hemos visto ya ejerciendo del ‘chico del dedo’ en ese autódromo. Solo que es la primera vez que la mano más fotografiada del mundo iba dentro de un guante rojo, y no en el azul de Helmut Marko y Adrian Newey. Vettel lloraba y daba vítores en italiano, feliz de nuevo.
Ocho
La salida fue de contacto y pedazos de fibra de carbono restallando, en estilo de WTCC y copas monomarca. Hay analistas que ven la hermosura en estas zapatiestas, riñas y empellones. A mí me valen, y coincido con esas opiniones; pocos se duermen en el sofá si hay morros volando por los aires, trompos y gritos en las radios.
Ocho coches estuvieron rozándose las carrocerías desde que se apagaron las luces rojas hasta la bandera de cuadros: los Red Bull, los Toro Rosso, los Force India y los Lotus. La zona intermedia del tablero, si no se reajustan presupuestos, normativas y políticas internas, la van a comandar estos cuatro equipos.
Por ahora, para apelotonarlo y agitarlo todo otro poco, Sauber ha de encontrar una décima más.
Y en la esfera de la bebida impetuosa, lo más vigorizante, por fin, no fue la taurina que dicen que lleva ese brebaje con gas. Los excitantes los pusieron Verstappen y Sainz, recién aterrizados en la Formula 1. Como los motores de Renault no terminan de encontrar la combinación adecuada en estos dos GP, los Toro Rosso no tienen porqué amilanarse ni echarse a un lado de la pista para que los pasen Ricciardo o Kvyat. Los cuatro conductores del grupo Red Bull son muy jóvenes y lo hacen francamente bien: por favor, que sigan dejando que compitan entre sí y que la casa madre se quite de organizar el reparto de papeles entre protagonistas y comparsas.
Williams y McLaren
Williams da la impresión de haber perdido algo de ímpetu y rendimiento, y los mecánicos tuvieron errores en el cambio de ruedas tanto con Bottas como con Massa. No sé cuánto habrá de cierto o de definitivo en que falta una partícula más de brío respecto al campeonato anterior. De todas las maneras, los chicos de Claire Williams todavía son los que marcan una línea nítida entre los que aspiran a trofeos y los demás.
Antes de la vigésimo quinta vuelta, a Fernando Alonso le dijeron que sería mejor no hacerle indelicadeces al McLaren y que lo devolviera al garaje. A Button nadie tuvo que rogarle nada; él mismo informó que el motor no funcionaba y se condujo él solo hasta los vestuarios.
Nos vemos en Shanghái.
Esperemos que todos los coches tengan similares prestacionnes ,que sea carrera de pilotos y no de ingenieros .