Un accidente de tráfico es un evento fortuito que puede tener consecuencias desde muy leves a muy graves. Dependiendo de la persona, cualquier accidente puede provocar unas secuelas psicológicas, un trauma derivado de una situación inesperada, angustiosa o de pésimas consecuencias.
Efectivamente, muchas de las personas involucradas en accidentes de tráfico necesitan recibir ayuda psicológica, y para ello no hace falta haber provocado un accidente con víctimas mortales.
Es evidente que las causas y las consecuencias del accidente repercuten enormemente en la afectación psicológica del individuo. Por ejemplo, es lógico pensar que alguien que haya provocado un accidente en el que hayan fallecido personas queridas va a necesitar ayuda psicológica, pero en este caso es una ayuda más destinada a superar el trauma de la pérdida y el sentimiento de culpa que algún miedo relacionado con el acto de conducir en sí.
De la misma manera que las víctimas de algún otro tipo de trauma fortuito (catástrofe natural, por ejemplo) reciben asistencia psicológica in situ, es recomendable que los conductores involucrados en accidente con víctimas mortales también lo hagan.
Psicología y conducción
Dejando de lado este inicio de artículo tan rancio y «malrollero», olvidemos las consecuencias psicológicas derivadas de los accidentes con víctimas mortales y nos centraremos en el punto principal de esta reflexión, las consecuencias psicológicas que puede ocasionar el tener un accidente leve, es decir consecuencias psicológicas relacionadas con la propia conducción. Un accidente con heridos leves o sin lesiones de consideración también puede dejar secuelas psicológicas. En este caso no responden a traumas graves, sino que son inseguridades o miedos derivados de la poca confianza en nuestra capacidad al volante.
¿Qué suele provocar estos miedos e inseguridades? El recuerdo del accidente y la poca confianza en tus propias posibilidades después de tenerlo. En un artículo reciente, comentábamos que más del 15% de los conductores españoles son reincidentes en lo que se refiere a provocar accidentes. ¿Cuántos de estos conductores habrán vuelto a tener un accidente por culpa de sus dudas, inseguridades y miedos tras ese primer accidente? No existen cifras al respecto, pero sería interesante conocerlas.
Los sentimientos de culpa o inseguridad generan dudas que pueden afectar a tu forma de conducir. Precaución excesiva, aparición de manías… Es cierto que debes aprender de los errores e intentar no repetir aquellos comportamientos que han derivado en accidente o son susceptibles de hacerlo. Otra cosa muy distinta es cambiar actitudes innecesariamente solo por el miedo a tener otro accidente.
Psicología tras el accidente
En el caso que comentábamos al principio, en el que se trataban de accidentes con víctimas normales, es evidente que el afectado necesitará ayuda psicológica (al menos, la mayoría de personas). Pero también puede darse el caso de que una persona que haya tenido un pequeño choque la necesite. Es como cuando te sale mal un discurso en público y a partir de ese momento no puedes evitar tener miedo escénico. Quizá lo hagas bien, quizá solo tuvieras un mal día, pero esa situación ha provocado que afloren miedos ocultos.
Si la inseguridad o el miedo a volver a conducir no es tanta como para acudir a un psicólogo, quizá te venga bien acudir a una autoescuela a dar algunas clases. Conducir con compañía profesional puede ayudarte a recordar conceptos olvidados, eliminar manías que has adquirido con el tiempo y, en definitiva, recuperar la confianza en tu conducción.
En el caso de los accidentes provocados por un fallo o avería en el coche, la inseguridad o el miedo puede aparecer por ser una situación que se escapa a tu control. Sin embargo, quizá un fallo en tus frenos o en la caja de cambios que termine provocando un accidente te sirva para realizar un mejor mantenimiento y revisión de tu vehículo. Tener una avería en un momento dado es algo que escapa a tu control, sí, pero puedes prevenir esa situación realizando un correcto mantenimiento del vehículo y concienciándote de que eres tú quien debe tener el control total sobre tu coche.