Y que conste que no lo digo por los gases que pueden invadir el habitáculo, que también. Lo digo porque subirse a un Porsche 911 GT3 puede provocar mareos y problemas estomacales, sobre todo si la vueltecita te la das por Nürburgring como copiloto.
Es lo que le pasó al protagonista del siguiente vídeo, quien no olvidará jamás el malestar que le obligó a vomitar en el momento menos oportuno. El 997 GT3 3.8 Clubsport de 435 CV que había alquilado le jugó una mala pasada. La sesión le costó 295 euros, pero lo de bajarse y asomar la cabeza por detrás de las protecciones para echarlo todo no tiene precio.