Cuando nos compramos un coche no solo pagamos por el precio del vehículo, también estamos pagando entre un 21 y un 35,75% de impuestos. El Estado siempre tiene que pillar por algún lado y para eso estamos los ciudadanos, para pagarles una vida de lujo a los políticos, a los banqueros, a la Familia Real…
El caso es que un cliente particular tien que soportar el IVA del 21% más un impuesto que se conoce como el Impuesto de Matriculación. Éste puede ser de un 0%, pero también puede dispararse hasta el 14,75% en los peores casos. Echémosle un vistazo.
El baremo que sirve para medir lo que hay que pagar lo marcan las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera homologadas. En líneas generales podemos decir que cuanto más consuma el vehículo más tendremos que pagar. Eso significa que para ahorrar lo mejor es comprarse un coche con un motor pequeño y eficiente que registre bajas cifras de consumo y emisiones.
Los propulsores de gasóleo, híbridos y eléctricos son los que menos gravan el precio final que tendremos que pagar. Los gasolina están considerados como motores prehistóricos, motivo por el cual hay que pasar por caja para incluirlos. Lo que no saben, o lo que no les da la gana reconocer, es que el humo del diesel puede provocar cáncer de pulmón y de vegija.
Los cuatro impuestos de circulación vigentes
– 0% cuando las emisiones son inferiores o iguales a 120 g/km de CO2
– 4,75% cuando las emisiones son mayores de 120 y menores de 160 g/km de CO2
– 9,75% cuando las emisiones son mayores o iguales a 160 y menores de 200 g/km de CO2
– 14,75% cuando las emisiones son mayores o iguales a 200 g/km de CO2
Desgraciadamente los elementos opcionales también se encarecen con el Impuesto de Mirculación. Éstos tienen un precio distinto en función de su el vehículo está gravado con un impuesto del 0 o del 14,75%. Optar por una carrocería distinta o por unas llantas de aleación más grandes puede afectar al precio final. En definitiva, la tasa impositiva no solo grava el precio del vehículo, sino también sus extras.
Cómo calcular el precio final de un vehículo
Para saber cuánto nos va a costar un coche tenemos que tener una calculadora a mano. Primero hay que marcar el precio que corresponde a la base imponible, luego sumar el nivel de equipamiento elegido y más tarde los extras. Acto seguido hay que hacerse cargo de los gastos de transporte y preparación, que muchas veces suelen ir «incluidos» en el precio que nos muestra el vendedor de turno del concesionario.
Cuando todo parece muy bonito llega la hora de sumar los impuestos. El 21% no nos lo quita nadie si somos particulares y el Impuesto de Matriculación tampoco. Hay que ir sumando y sumando hasta que al final sabemos cuánto tenemos que pagar.