Poseer un Ferrari es el sueño de muchos aficionados al motor. Por desgracia son demasiado caros, por eso solemos ver pocos circulando por las carreteras. La exclusividad se paga y son solo unos pocos privilegiados los que pueden permitirse el lujo de tener uno aparcado en su garaje.
Esa es precisamente la historia del poseedor del Ferrari F40 que podéis ver tanto en imágenes como en vídeo en esta entrada. Cuenta con uno de los 1.315 F40 que se han fabricado, así que puede sentirse un afortunado. Sin embargo, lo de la fortuna hay que cogerlo con pinzas después de ver cómo ha quedado tras un accidente.
Ocurrió en las carreteras de Vancouver, en Canadá. Chispeaba, el asfalto estaba un tanto mojado y el conductor iba haciendo de las suyas con sus 478 CV de potencia. ¿El resultado? Pues el que podéis ver: la parte de atrás totalmente destrozada y el frontal con algunos desperfectos. Todo ello mezclado con un poco de salsa, la de los aceites y fluidos del motor.
No sé si lo habrán podido salvar, pero lo que está claro es que una reparación de esta magnitud cuesta mucho dinero. Estamos hablando de kevlar, aluminio y fibra de carbono, materiales que no son precisamente los que incorpora un coche cualquiera…