Carlos Ghosn, que lleva mucho tiempo al frente de Renault y ahora también de Nissan, se ha metido en los bolsillos 9,9 millones de euros en el ejercicio del 2011-2012. Este dinero es únicamente de Nissan, no sabemos cuánto le paga también Renault. A este tipo, con más cara de banquero que otra cosa, parece que le resbalan los avatares por los que pasa la automoción y se embolsa siete veces más que el presidente de Toyota, que volvió a ser el primer fabricante mundial de coches al cerrarse el primer trimestre del año.
El susodicho asegura que se lo tiene bien ganado, porque su sapiencia y sus competencias como directivo le hacen merecedor de tamaño sueldo. Dice que “las empresas deben contratar y conservar a dirigentes de alto nivel”. Esto lo soltó en la asamblea general de accionistas, cuando alguien le preguntó sobre el sueldecillo que se embolsaba. Fue como una amenaza velada, dejando entrever que por menos de eso no se levanta de la cama y que no le debe lealtad a nadie, porque la fabricación de coches es una industria muy competitiva.
El franco-brasileño también se justificó mencionando otros estudios sobre sueldos en empresas de diversos sectores, y dejando muy claro que aún hay por ahí quien gana más dinero que él. Está convencidísimo de que si quieres que tu empresa tenga un buen patrón, lo has de enterrar en billetes. Y para demostrarlo remite a las ventas que Nissan ha registrado este año y al crecimiento de la marca, que han sido los mejores números que ha conocido Nissan jamás.
Todo este dinero le convierte por tercer año consecutivo en el presidente mejor pagado en todo Japón. Akio Toyoda, presidente y heredero del fundador del grupo Toyota, ha ganado en este mismo período algo menos de un millón y medio de euros, que ya los quisiéramos todos. Más de un millón de euros en un año y al lado de este señor parece una nómina raquítica. Pero es que no sólo es eso; el sueldo de Goshn supera incluso la suma de las ganancias de los 27 miembros del Consejo de Administración de la propia Toyota. Nunca te acostarás sin saber de un disparate nuevo.